Opinión

Adiós al Cantábrico

Mar ligado a las brumas, a las galernas, al nordés imperante, donde el asfixiante eucaliptal que lo orla en más de diez kilómetros en anchura, y tan largo que va del Eo al Miño, lugar de tanta apetencia de los huidos del calor mesetario o de la Andalucía tórrida, aunque bien considerado los calores han traspasado paralelos geográficos hasta ubicarse entre nosotros librándose las costas de las altas temperaturas y cuando éstas, siempre habrá una brisa que las dulcifique.

Por el costado más occidental de este mar enclavado en el Océano Atlántico donde hasta poco ha me hallé, puedes encontrarte en este merlucero puerto vivariense de Celeiro con pesqueros vascos al atún y los de la merluza que desembarcan los pescados en las lonjas que comienzan a media tarde a subastar lo que luego inmensos camiones congeladores llevarán a los mercados, y donde unos barcos que van y vienen y otros que recalan por una semana como el Intermares, del ministerio de Agricultura y Pesca, un buque escuela para instrucción de profesionales que lo serán de la pesca una vez titulados. Estos grandes buques van de puerto en puerto haciendo honor a su nombre de Intermares porque errarán entre el Cantábrico, el Atlántico o el Mediterráneo, servidos por marinería dependiente de la Armada. Delante de este buque escuela aparcó por uso días el Tara, un velero de grandes mástiles dedicado a la exploración oceonográfica, patrocinado por varias entidades y dentro de los programas de investigación de la Unesco. La tripulación de jóvenes científicos puso pie a tierra y anduvo callejeando.

En las cercanías puedes tomar un aperitivo servido por unas cuantas pasadas de pinchos, como por acá como se estila, en el Nito, que restaurante de categoría y estilo, de esos de referencia, cuyo propietario ha sido distinguido hace unos días con el premio nacional por su servicio, la exquisitez de sus platos, emplazamiento, arquitectura en un todo que le ha valido a su dinámico impulsor un premio entre decenas de miles de establecimientos que por el país se extienden. Un empresario al que felicitan los empleados y que hace sentir a los suyos que todo es obra de todos, un empresario al que verás pedalear por estos montes (no coincidí con él), o echar una mano para mover cualquier mobiliario o ideando nuevos proyectos referentes en A Mariña, como son los Hoteles Ego y Urban, y el restaurantes Nito.

Aquí el tiempo como que se comporta para llover más de noche que de día, acompañado ahora de más que fuertes vientos racheados que por los altos agitan al larguísimo eucalipto que poco le enfrentará por la delgadez de su tronco y la flexibilidad, por lo que más verás a a un pino abatido que a cualesquiera eucaliptos, aquí talados por millares que a diario transportan grandes trailers ya a los embarcaderos de Burela o Ribadeo o directamente a la papelera de Navia. Mientras, el fortísimo viento racheado paraliza a los aerogeneradores so riesgo de desconyuntarse en estos parques eólicos que contienen la mayor densidad de Galicia.

La fiebre de o mellor banco do mundo ha prendido tanto por acá que después del primero, el de los acantilados de Loiba (para hacerlo más exótico con sus siglas inglés: The Best Bank of de World), se ha expandido de tal modo que todo aquello que mirador parezca no debe carecer de el mejor banco, rotulado con una leyenda. Así que, por docenas, servirán de reposo a caminantes o automovilistas.

Por aquí suele andar de entrenamientos cuando algún resquicio se le presenta en el mundo competitivo en el que inmerso, el atleta Adrián Ben, cuarto en los mundiales de 800 metros y cuarto también en las últimas olimpíadas, amén de campeón de Europa, el cual usa las dunas de la playa de Cobas para entrenar mientras el común de los corredores, que se han multiplicado desde los éxitos de su paisano, practica a diario en esta disciplina pero contundiendo las articulaciones en la dureza del asfalto o las losas de los paseos marítimos. Luego lo pagarán con una artrosis que sobrevendrá más tempranamente, cuando tenían el remedio en la playa o sus bajas dunas herbosas.

También por acá al tomar un café te servirán un par de churros con un trozo de bica, por 1,40 euros cuando pedaleando entre algunas aldeas de este Ourense si haces parada a cafés, pagarás el mismo precio y sin guarnición alguna; hasta algún barman al que señalé la carencia llegó a decir que en las aldeas todo más caro por el transporte.

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