Opinión

Entre Albino Álvarez, el tenis, el reciclaje y las querellas

Los canes, aunque multitud, tolerables en el montaraz medio, insoportables en las aldeanas callejas y descontrolados en la ciudad.
photo_camera Los canes, aunque multitud, tolerables en el montaraz medio, insoportables en las aldeanas callejas y descontrolados en la ciudad.

Albino Álvarez, de retorno vacacional anual como suele desde su Panamá laboral y familiar, me llama para confirmar su arribada. Este hombre de Fondo de Vila, en la carballiñesa municipalidad, decidió un día asociarse con un hermano ido antes al país del istmo americano, pero nunca disociarse de su familia que visitaba con anual frecuencia, y ahora, a su madre. Parte de las vacaciones aprovecha para viajar por la Península y otra parte para subir a todo cuanto monte a tiro se ponga. Benvido ao país dos seus antergos, el, galego falante alá onde se atope. 

A propósito de los tres grandes del tenis, que siguen acaparando grand slams podríase establecer un símil que nos daría una dimensión de los tres, que alguien que no anda mucho en esto del tenis me insinuó: Federer podría ser el caballo, elegante, armonioso sin malgastar un gesto, etéreo si se quiere; Nadal, el toro que embiste, que representa la raza, que es hispánico al cien por cien, y que como divisa o marca del país; Djokovic, el caimán que se los podría devorar a los dos, agazapado, machacón, sólido, paciente en el desenlace. El que mejor sabe perder es Djokovic; el peor, Nadal, mientras Federer esboza una frustración, sobre todo cuando perdiendo tuvo en su mano la victoria. Ninguno se parece al otro y cada uno con su estilo lo han ganado todo, mientras los jóvenes perseguidores siguen al acecho, pero a este paso a lo mejor se les pasa el café, como se dice. Clase, fiereza, astucia parece que no se dan en uno solo… pero gana el espectáculo.

Las querellas interpuestas, aunque mendaces, consiguen aquello que se dice de “injuria porque algo queda”. Y así es, pueden machacarte a querellas que por tantas dilaciones que no hacen sino embadurnar al querellado y cuando a esto se une la diligencia de ciertos magistrados en admitir y dilatar esas querellas, el calvario para el querellado puede hacerse insoportable. A esto asistimos estos días en que dos concejalas y un alcalde han sido perseguidos hasta la extenuación. Sobreseídos los casos, ¿cómo se restituirá la fama?  Nunca. Los malvados se suman a aquello de cuando el río suena es que algo lleva. Algunos de ellos se permiten dar lecciones de moral o de justicia en el papel prensa, otros cual iluminados persiguen como justicieros a la caza del corrupto, cual Savonarolas al puro estilo florentino. Una fauna esta que debemos soportar porque en esta sociedad las cosas se desvanecen con la misma facilidad que escandalizan. Señores, sigan dando lecciones de su ética, eso de su ética del todo vale.

Y refiriéndonos al reciclaje en los supermercados ahora cobran los plásticos en un intento de erradicarlos sustituyéndolos por la bolsa de papel, y a este propósito un tendero de barrio al decirle que la bolsa plástica no, me dice que la de papel precisa que corten árboles y entonces se plantea un arrasamiento de los bosques por lo que el usar papel no es más ecológico. La respuesta os la dejo, porque me dejó sin ella, como te dejan esas botellas arrojadas al contenedor para reciclar el vidrio y usarlo de nuevo fabricando otras botellas, con el coste subsiguiente del proceso. Aunque carezco de respuesta insinúo, ¿por qué hemos de destruir las botellas cuando devueltas al suministrador no precisarían de otra cosa si no de un lavado a presión de poco coste? Una sociedad que siempre se hace preguntas y en la que el respeto desde cada esfera privada deja mucho que desear, como ese para que voy a echar cada cosa en el contenedor de papel, plástico o vidrio si todo va al mismo basurero. Una forma egoísta de justificar nuestra pereza.

Y va de canes, que ahora hasta cuarteto llevado de la correa o no como cuando los amos pasean por calles de los aledaños o los paseos fluviales, donde sueltan al can y si alguien les dice que lo amarren, responderán que no hace nada, pero esto no lo puede acreditar un amigo que apeado de su bici demandó al que venía enfrente con dos pastores alemanes que los sujetase, dijo que los perros no hacían nada hasta que llegando a él uno le dio un mordisco en el brazo que precisó acudir a urgencias para evitar una infección. Los canes a veces ni son los mejores amigos del hombre y no pocas de sus amos. Muchos representan a cuatro patas lo que sus amos a dos. Basta ver la pinta del amo para ver qué perro porta. Otros ni bolsa llevan para recogida de heces, todos dan libertad a sus canes para mear en todo cuanto poste, árbol, pared, fachada en el trayecto. Si los humanos marcásemos así territorio se nos detestaría como asociales urbanitas… pero los canes tienen patente de corso para esto y para depositar sólidos. Lo repetido del eximio escritor Eduardo Galeano: “Esta sociedad deshumaniza al hombre y humaniza al can, como para preguntarle a los dueños de canes si prefieren que te muerdan a recibir un simple reproche de autodefensa o un amago de golpe con palo o bastón. Siempre antepondrán su perro, justificando la mordedura a cualquier reproche a su animal”.

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