Opinión

Por costeros senderos a izquierda y derecha

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photo_camera Vista parcial de la factoría de Aluminio desde el mirador de Lago en esta rada de Mourás.

Voy al Portinho de Morás o Mourás, que más apropiado; fue ballenero en su época, y ahora alargado con enormes bloques en forma de T, extraído el material de rocoso promontorio al lado, para, molido, forjarlo con hierro en grandes matrices y luego emplearlo en el dique para impedir que la brava mar dificulte el desembarco de la bauxita traída de África, en este puerto de la gigantesca factoría de aluminio, llamada en su día Alúmina -Aluminio, hoy en manos de la americana Alcoa; cerrando esta bocana, de paso se protegía la hermosa playa de Lago. Estos puertos balleneros gozaron de intensa actividad en nuestras costas, como el que había entre Ézaro y Corcubión antes de la prohibición internacional de su caza.

Ando paseando, o acompañando más bien, por esta sorprendente costa cantábrica, a unos amigos hechos de muchas veranos, con los que esporádico contacto, porque sucede que cuando caes bien o te caen, los años de ausencias no sepultarán jamás esa simpatía o empatía, aunque pudiere que distantes porque uno que se confiesa en la izquierda y el compromiso, que más quisiera que tenerlo, porque el confort te priva de sociales implicaciones en los que más que los que pensamos embarcados, por lo que uno reducido a una nimiedad social no alcanza ni atisba aun a esos solidarios, que más de los que creemos echan una mano donde sea. Pero no iba a meterme por esos vericuetos con este modus philosophandi. Mi pretensión es significar que podremos trabar lazos de amistad, incluso con los que no piensan como nosotros, y héteme aquí que yo de amistad con familia que por allá son conocidos por los Zalba, por lo mucho que el materno apellido pesa en la vivariense comarca. Ana y Alvaro ahora en ciudad de México donde él preside un bufete de patentes y ella supongo que implicada en alguna labor relacionada con el arte, forman una pareja aun capaz a sus años de hacerse un chalet con grandes vistas desoyendo el dicho por acá frecuente de xaula nova, páxaro morto. Pues bien haciendo la vía costera entre Mourás, su portinho y otro no menos hermoso, Portocelo, por la agreste costa en subidas y bajadas continuas porque ya estabas casi a nivel de mar como ascendías cien metros. Sorprende este más que sendero de los Caminos del Cantábrico donde puedes hallar a pescador haciendo equilibrios en la roca o a algún  furtivo, que no se ve pero hay, extrayendo algún percebe, y si miras al horizonte, veleros a su aire o cargueros por el corredor marítimo. Este quiebra piernas no hace decaer el entusiasmo de la familia y menos el de la nuera en estado de gestación avanzada acompañada del marido Alvaro junior, que aunque siempre Alvarito, pero ahora ¿quién se atreve ahora llamar así a tal mocetón?

Alvaro júnior, diplomático de carrera, estuvo en La Moncloa llevando algo relacionado con Europa, formando parte del gabinete Rajoy. Ahora se ha despedido, a la espera destino en alguna legación. De trato con el expresidente, me dice que educado y afable siempre y que aún lo ve porque su esposa de Pontevedra y él se cae por allá con frecuencia. Qué hace un tío como yo con la derecha más educada; pues donde hay amistad hay respeto, porque si no andaría todo el día a la gresca con gran parte de mis hermanos, y no es el caso…ni de lejos, aunque tengamos nuestras pugnas en las que ni ellos no solo no  cederán si no que cada vez se reafirmarán más, y yo tampoco. Conozco a pocos o a ninguno que anclado en una tendencia la haya mudado y cuando es política, imposible…salvo si interés económico, por aquello de cuando hay dinero por medio ni Jesucristo cree en Dios.

Mientras en estas reflexiones pasamos delante de la isla de Sarón, que antes Asarón porque se creía que por los ánsares anidando en su suelo, que a solo unos milenios de su unión a la costa. Una delicia de paseo con estos tan atentos amigos, que aunque portadores de dos canes, de tales amos podría esperarse que no molestos y así lo fueron por imperceptibles y porque sus amos nunca en el trayecto dejaron las conversaciones o las desviaron por su par de perros o loando sus monerías y no porque supieran que yo más amigo del salvaje cánido que del domesticado.

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