Opinión

No nos abonamos al aquí no hay nada

Imagen aérea del Polígono de San Cibrao. JOSÉ PAZ
photo_camera Imagen aérea del Polígono de San Cibrao. JOSÉ PAZ

A la hora de valorar a las empresas españolas constructoras en el extranjero basta pararse unos minutos para ver la coordinación y los medios con que se muestran algunas de las ourensanas expertas en asfaltado de calles. Veo desde arriba, desde un sexto, la coordinación que despliegan obreros y máquinas, como un todo engrasado que para sí quisieren los mejores ejércitos en el campo de batalla. Cada operario a su cometido, pero todos bajo la dirección del jefe de obra, y de tan pocos trabajadores cuando antes acaso por centenares. Recuerdo como se asfaltaban las carreteras en la postguerra, con una gran cubeta de asfalto líquido que sobre ruedas era arrastrada por hasta cuatro o seis hombres; en la parte posterior, un operario de mandil grueso para evitar los terribles calores del asfalto, con productos muy contaminantes que hoy se han eliminado, manga en ristre iba regando la calle donde inmediatamente los peones, mediante paladas, extendían la fina arena, traída en volquetes arrastrados por mulas; después una pesada apisonadora que atronaba el espacio iba compactando un asfalto que en los veranos se derretía y era aprovechado para impregnar nuestras zapatillas de esparto para darles mayor duración; el problema era que no podíamos deslizarnos con nuestros patinetes de rodamientos de bolas que se enterraban en el asfalto. El peonaje en estas tareas superaba el medio centenar en contraste con el de hoy de poco más de docena, la mayor parte pilotando maquinaria. No obstante, aún se hacen labores manuales de remate. Todos coordinados de tal manera que no se percibe capataz distribuidor de funciones o director de ellas. De vez en cuando acude uno que me parece el ingeniero de la empresa a supervisar. Obras públicas que vale la pena ver, pero que, paradójicamente, no sirven de distracción y entretenimiento de jubilados como podría pensarse a no ser que otros vecinos se asomen pisos por encima y estén contemplativos como yo para observar ese milagro donde cada uno no desentona del hacer general, y pocos ociosos, si acaso cuando las máquinas en exclusiva trabajan. Al ver todo esto no extraña el predicamento de nuestras empresas más allá de la frontera. Así construyen ferrocarriles en Arabia y más paises, levantan grandes hospitales, edifican puentes, carreteras, viaductos o lo que de constructivo por ahí se haga.

Esto y lo que subsigue traído a colación para desmantelar a todos esos derrotistas que dicen y redicen que nada funciona, que todo es un revolutum sin concierto. Contra todos estos catastrofistas del nada funciona, hay que convenir que a ellos, que sí que les funciona, pero acaso no convenga a sus intereses que todo marche. En el caso concreto de Ourense me canso de oír que no tenemos industria, no tenemos nada, y uno no sale de su asombro cuando se da una vuelta por el Polígono industrial o los parques empresariales de unos cuantos ayuntamientos, o por el campo, y ve y revé que sí, tenemos industria y agroalimentaria; basta con molestarse y darse una vuelta por el entorno: Galfor, la fundición que pasó desde su fundación por Barreiros Ourense, a Forjas de Galicia fabricando componentes para la Volvo; Faurecia con una fábrica que suministra también componentes a la automovilística Stellantis, y no digamos de Coren, en el procesado y comercialización de derivados del cerdo, la gallina, los huevos; toda una puntera referente en España y fuera de nuestras fronteras, donde destaca, como en todas las citadas, una gerencia competente a tenor de los resultados; la carrocera Unvi es otro ejemplo; Fimsa en la industria de la conversión de la madera, y tantas que exhaustivo referir en este espacio, hablan ya por si mismas de qué industria tenemos, como las otras de la moda, Verino, Lonia Textil, Adolfo Domínguez, y ya en empresas constructoras con proyección mucho más allá de nuestros lindes, ni te cuento, casos de Copasa, Extraco... Y de transportes, que mueven grandes flotas de camiones. Temo dejarme muchas en el camino, mientras en el agro bodegas que no tienen nada que envidiar a las más vanguardistas con vinos acreditadísimos; otro tanto del agro, con la patata, las innúmeras granjas(un delicado tema, por lo que contaminan) y esas manadas de vacuno que por centenas pastan en unos montes donde antes ninguna(con la contrapartida de que antes libabas de cualquier fuente montaraz y hoy peligroso). Pero no, para esos recalcitrantes del nada tenemos, aquí no hay nada, la evidencia no sirve porque ellos persistirán en su negacionismo de todo lo evidente. Será o por qué les va mal en la vida y quieren que todo sea yermo o por mera postura o por otros espúreos intereses que se me ocultan. Pues aquí hay mucho más; lo expuesto no deja de ser un esbozo, sin adentrarnos en el sector servicios porque hallarán el pretexto para decir que somos una provincia subsidiada o subvencionada.

Cerremos los oídos a tanto funesto precursor del desastre. Uno con larga trayectoria vital, jamás ha visto un país como ahora.. .y que vengan los agoreros del desastre a predecir lo que ellos quisieran---o acaso, no. No concedamos crédito alguno, ni tan siquiera oídos, a tanto profeta del derrotismo. La España de hoy no se parece en nada a la de hace 10 años, y aquella a la de hace veinte y así para abajo... Pero en un país que va hacia adelante.

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