Opinión

Rocambolesca historia

deambu

Así podría intitularse la peripecia de ese motorista que en un descuido del gasolinero, aparcando a la puerta del establecimiento, aprovechó, agachando la chepa y sin ser visto, para apoderarse de unos cientos de euros de la caja registradora. Hurto o robo, que una delgada línea de distinción, aunque la cuantía también determine, porque para calificarlo como robo tiene ser con violencia en las personas o las cosas, pero más bien parece hurto, pues ni violentó la caja donde tenía el dinero el gasolinero. A la huida se olvidaría que para poner tierra de por medio hay que tener el depósito lleno, y aquí la paradoja del robo o hurto donde el delincuente se va de vacío, no obstante hallarse en el templo de los combustibles. Una huida que le dejaría tirado y en una autovía donde te encuentran con facilidad.

Así que a los pocos kilómetros fue localizado por los guardias que creía venían en su auxilio, ignorando que su imagen grabada en las cámaras de la gasolinera de Xinzo, y así, aunque se hizo pasar por uno que, simplemente, se queda sin combustible, fue cazado casi in fraganti y llegado ante el juez, le dejaría en libertad con cargos, porque tampoco el delito o falta, si hurto, de tal cuantía que requiriese una prisión, como esos vociferantes del orden pudiesen reclamar. Estamos en la sociedad del escarmiento para que todo funcione, pero no hay que olvidar que la cuantificación del delito o falta, además de por la cuantía monetaria, debe medirse por la ausencia total de violencia, y este juez, la midió decretando su libertad, no creo que influido por lo rocambolesco del incidente. Entre la habilidad del ratero para el hurto contrastando con la incoherente huida, la historieta da más que para un relato entre cómico-inocente-dramático.

Un colega que se va

Hace unos días se me murió un amigo, Heriberto Lopez Salgado, colega laboral por demás, y de muchas montañeras marchas, donde, infatigable, era un fijo cuando íbamos con el Club Santo Domingo y luego en otro grupo senderista. De Tito, como lo conocíamos, podrían decirse unas cuantas cosas. En el mundo laboral, ligado a Caixa Ourense desde su juventud y ocupando puestos sindicales, y en el consejo de administración en los no fáciles años de aquella entidad. No pensaba que nos dejaría un tal vitalista que nunca olvidaba su diario paseo con su inseparable consorte Mary con la que un todo indisoluble. Deja este amigo un buen recuerdo -que patrimonio no escaso- entre los que le tratamos. 

Tiempo estival

Los veranos son como esa estación de reposo para combatir el estrés, aunque no siempre así sea. El cambio de lo habitual siempre incide al sacarnos de nuestra zona de confort, esa de la que liberarse supone esfuerzo. Ahora se ha creado ese término tan en boga que sirve para mucho por su misma ambigüedad.

En estos mediados veraniegos los calores van remitiendo, no queda pueblo sin festejo, salvo esas aldehuelas que de tan gastada gente que no están para organizar y si para echar unos bailables. Las costas se llenan del culto al Sol, las montañas mucho menos, aunque haya gente que va derivando hacia el turismo interior menos masificado.

Yo, mientras tanto, como desterrado en la mar que aunque confiese que me gusta por contraste, no encuentro en ella eso que dicen sus enamorados

Las playas vacían unas montañas, que por aquí nunca están muy demandadas. Sigue el culto al Sol predominando, y, a pesar de las advertencias sobre sus efectos, sin freno.

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