Opinión

Forma y fondo

Comienza a tomar forma dos de esos principios que suelen aplicarse al Gobierno. El primero, que acierta solo cuando rectifica, y el segundo, que su presidente comienza a padecer el denominado “síndrome” de La Moncloa que aqueja a los jefes del Ejecutivo cuando llevan un cierto tiempo al mando, porque pierden contacto con la realidad. El caso de Pedro Sánchez es paradigmático en ambos casos y a una velocidad de récord. Si bien rectificar da muestras de rapidez de reflejos y decisión a la hora de resolver los problemas, propia de los primeros momentos de un mandato, cometer errores de calado tan deprisa es síntoma de todo lo contrario.

Pero en las críticas a algunas de las decisiones del Gobierno, como el debate en torno al nombramiento del presidente de Radio Televisión Española, debe señalarse que a los errores cometidos en el fondo y la forma hay que añadir la hipocresía con la que todos los partidos políticos están actuando para exigir al Gobierno algo que ellos no han hecho cuando han tenido la oportunidad con respecto a la televisión pública nacional y menos aún cuando se trata de las televisiones autonómicas. Si las críticas proceden del PP, solo recordar quién ha sido el presidente de la Corporación en los últimos años, cómo fue su nombramiento, cómo se laminó el proceso instaurado por Rodríguez Zapatero y cómo la televisión pública se convirtió en un órgano de propaganda de la labor del Gobierno popular Por no hablar de que las televisiones autonómicas donde gobiernan tampoco son un dechado de independencia. Lo mismo puede decirse en cuanto a los nacionalistas que apoyaron la moción de censura, vascos y catalanes, que tienen en sus televisiones públicas un coto privado en los que nadie que no sea de la cuerda puede poner sus manos. O que decir de la maniobra conjunta del PP y Ciudadanos para retrasar el procedimiento previsto para la elección del nuevo presidente, para dilatar y controlar la renovación, que está en el origen del “decretazo” del Gobierno.

No se trata de recurrir al mal de muchos o a olvidar de golpe los valores que se preconizaban en la oposición sobre el futuro de la radiotelevisión pública o a pagar los apoyos políticos de forma tan burda, sin haber llegado a un acuerdo de mínimos sobre la persona que necesita una cierta mayoría parlamentaria para llegar al cargo. Así, el acuerdo alcanzado ayer entre PSOE, Podemos y el PNV debiera haberse gestionado con anterioridad y con menos prisas, de forma que podría haberse evitado un apunte en el debe del Gobierno, mientras que Podemos sigue sin saber gestionar los tiempos políticos. Y más a la vista de los candidatos propuestos por el PP para las seis plazas del Consejo de RTVE que debe nombrar el Congreso, el actual director de TVE, una exdiputada popular portavoz en la Comisión de RTVE y un ex jefe de prensa del PP de Galicia y actual consejero en la RTVG, entre otros.

Si las formas que han precedido al acuerdo han estado mal, sobre el fondo habrá que ver qui'en es definitivamente el elegido como presidente, si es de “la casa” tal y como desean los trabajadores -aunque se trata de una condición que no tiene por qué cumplirse, aunque parece que así será- y lo deseable es que devuelva a la televisión pública una pátina de independencia. Bien estará el polémico proceso si acaba bien

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