Opinión

INDECISOS

Si algún sentido le queda a la jornada de reflexión sería que los indecisos decanten su actitud ante las urnas, si irán o no a votar y si lo hacen cuál será su opción, el voto en blanco o el voto a alguna de las candidaturas que aspiran al Congreso y al Senado. Se supone que los electores que aún no hayan decidido su voto dispondrán de este día para enjuiciar el curso de las campañas electorales, de los programas y de las reacciones ante los últimos acontecimientos y declaraciones que desvelan los proyectos de los principales candidatos.


Es difícil de cuantificar qué número de votantes han logrado convencer los partidos políticos durante la campaña electoral, aunque algunos estudios situaban el porcentaje de indecisos apenas unos días antes del 20-N sobre el 20% y una vez más en torno a ellos ha girado la estrategia de campaña de los partidos. A lo largo de sus mítines el PP ha hecho caso omiso del llamamiento a la participación, mientras que los socialistas no han dejado de tratar de movilizar a quienes en elecciones anteriores habían votado sus candidaturas, porque los indecisos son mayoritariamente votantes desencantados de centroizquierda. A pesar de los esfuerzos hasta el último minuto no parece que hayan logrado cambiar la tendencia preexistente a la campaña electoral, dado que si bien un tercio de los indecisos preferían una victoria del PSOE sobre el PP, dos de cada tres preferían que ganara el partido de Mariano Rajoy o les era indiferente que se diera esta posibilidad. En definitiva, ha seguido pesando en ellos más la valoración de la mala situación económica que el recuerdo del voto anterior, o que consideren que Mariano Rajoy está más preparado para hacer frente a la crisis pese a que Rubalcaba genera más simpatía.


La jornada previa al día de las votaciones para la mayoría de los ciudadanos más que de reflexión es de descanso, por cuanto ya tiene decidido su voto y esta interiorizado el transcurso de una campaña electoral más plana y menos emocionante que otras, porque la pulsión del cambio comenzó en las elecciones del 22-M y no ha parado de crecer en la última parte de la legislatura, desde el 10-5-10, haciendo inútiles los intentos del candidato socialista por desvelar el 'programa oculto' del PP, del que sólo en los últimos días Mariano Rajoy ha dejado entrever algunos aspectos polémicos relacionados con el reto de cumplir el objetivo del déficit, al que dedicará los máximos esfuerzos, sin explicar sus consecuencias, junto con la creación de empleo.


La campaña de Rubalcaba, sin embargo, no ha dado con la clave para entusiasmar al electorado. El tono didáctico utilizado, algunos videos o spots demasiado ingenuos que caricaturizaban a la derecha, el recurso a las viejas glorias del 'felipismo' y la ocultación de Rodríguez Zapatero, hasta el día antes de las elecciones el 'gran activo' del PSOE, ha sido su debilidad.


Al lado de los dos grandes partidos, otras formaciones se han encontrado con la campaña medio hecha. Amaiur porque aún goza del beneficio de la duda y de los pasos de ETA, e Izquierda Unida porque en esta ocasión no ha tenido que luchar contra el llamamiento al 'voto útil' del PSOE para no disgregar el voto de izquierda ya fracturado con anterioridad. Es más, la última novedad de la campaña acabada ayer es que IU pide el voto útil para disputarle el último escaño al PP en una decena de provincias. Otra cuestión para pensar en el día de reflexión.

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