Opinión

Lecciones escocesas

Una vez más es necesario insistir en lo evidente cuando los sectores soberanistas catalanes ponen el acento en la sana en- vidia que les produce que los escoceses hayan podido votar sobre la independencia del reino Unido cuando a ellos se les impide ejercer un derecho tan democrático. si los catalanes no pueden votar es porque la Constitución española no reco- ge esa posibilidad, porque la soberanía reside en el conjunto del pueblo español y no en cada una de sus partes.

Votar. “ese es el camino” ha dicho Artur mas, obviando que los escoceses lo han hecho legalmente y que su propuesta es legítima pero no legal, y ha sido él quien se ha saltado la legalidad al haber planteado unas preguntas no pactadas y ha fijado una fecha sin ningún tipo de acuerdo. si David Cameron ha actuado con “radicalidad democrática”, es porque su ley se lo permitía.

Los nacionalistas catalanes partían con ventaja a la hora de apropiarse de los resultados del referéndum escocés y arrimar el ascua a su sardina fuera cual fuera el resultado. si hubiera triunfa- do el sí a la independencia, no habrían tardado ni un minuto en señalar que escocia marcaba el camino a todos las naciones sin estado que pueblan europa. si los unionistas ganaban siempre podían recurrir, como han hecho, a las cuestiones formales, a la suerte que han tenido por el ejercicio del voto, como han hecho los nacionalistas catalanes, o manifestarse, casi en términos deportivos, como han hecho los nacionalistas vascos, para subrayar que lo importante no era ganar sino poder participar. Ha sido esa gran participación de la mayoría silenciosa, que se ha mantenido al margen del debate público y de las manifestacio- nes masivas, quien con su papeleta ha decidido mantener gran bretaña Unida pero solo cuando los dirigentes británicos –David Cameron, nick Cleg y ed milibandse han comprometido, al final de la campaña, a aumentar el autogobierno de escocia y a mantener y facilitar alguna de sus singularidades, que en este caso eran menos identitarias que sobre sus condiciones de vida, los unionistas han visto como volvían a superar a los independentistas, después de que el conjunto de las amenazas desplegadas hasta entonces hubieran sido contraproducentes.

Por ese motivo, y una vez que se cumpla el ca- lendario previsto para la anulación del referéndum soberanista catalán, es preciso retomar el diálogo, algún tipo de diálogo, bien sobre las 23 propuestas de gobernación ordinaria que llevó Artur mas a la moncloa, pero sobre todo acerca de otras cuestiones más profundas como la reforma constitucional que preconizan casi todos los partidos políticos, que sirva para resolver la cuestión catalana al menos para una generación, como dice Cameron que el referéndum ha acalla- do las ansias soberanistas de escocia.

No se puede decir, como ha declarado la vice- presidenta del gobierno, “estamos abiertos al diálogo” –rajoy en su videomensaje no ha hecho ni mención a Cataluña- y que no haya visos de que pueda producirse. Y ahí si lleva razón Artur mas cuando recuerda que no ha habido ninguna oferta del gobierno para negociar. negociar sí, pero en el marco de la legalidad y no bajo amenazas de desobediencia. 

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