Opinión

Los PGE, en línea de salida

Sobre el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para el año en curso que se aprobó ayer por el Consejo de Ministros planean una serie de dudas. La primera es si podrá sacarlos adelante en el Congreso porque cuente con los votos necesarios para ello. Todo parece indicar que así será, porque resulta difícil pensar que el previsible Mariano Rajoy vaya a jugar a la ruleta rusa con un asunto de esta naturaleza, y que ya tendrá atado el apoyo favorable de los nacionalistas vascos y del diputado canario 176 que da luz verde a las cuentas públicas.

Los nacionalistas vascos han condicionado su voto favorable a que desaparezca la aplicación del artículo 155 que interviene la autonomía catalana. Pero este asunto no depende tanto del Gobierno como de la perseverancia en el desafío de los independentistas. Hay dos teorías respecto al PNV, la de aquellos que consideran que no están dispuestos a poner sus barbas a remojar después de lo que han visto en Cataluña y la de aquellos que consideran que los 'indepes' catalanes llevan desbarrando hace tiempo y están cansados de justificar ocurrencias. Además, cabría pensar que después de lo que le costó al Gobierno, en dinero contante y sonante, el apoyo del PNV fuera para más de un ejercicio aunque en este tenga que poner más dinero para infraestructuras. No haberlo hecho así habría demostrado poca previsión.

La segunda cuestión es si, en efecto, estos son los presupuestos que acaban con el ciclo de austeridad y se retoma la senda de aumento del gasto público, al calor de las próximas elecciones autonómicas y locales, en las que los candidatos del PP se juegan recuperar poder territorial o no perder más del que tienen, y al mismo tiempo cumplir en compromiso con la Unión Europea de reducción del déficit público hasta el 2,2% del PIB. Los socialistas niegan la mayor.

La tercera es si se trata de los Presupuestos Generales del Estado elaborados por el Gobierno o son los de Ciudadanos. Escuchando al presidente de este partido, Albert Rivera, así parece ser por cuanto las cuentas públicas recogen todas las exigencias de los liberales respecto a subida de pensiones, rebaja de impuestos para rentas bajas, mejora de salarios para funcionarios y policías. Entre el PP y Ciudadanos han recurrido a la golosina fiscal para tratar de allegar votos a su causa, por lo que no es baladí quien se apunta el tanto.

Si como es previsible, habrá cuentas pública aprobadas a mediados del mes de junio, Mariano Rajoy podría ver cumplido su objetivo de llegar hasta casi finalizar la legislatura toda vez que se prorrogaran las cuentas de 2018. Es decir, estos podrían ser los últimos presupuestos elaborados por un gobierno del PP si se confirma la sensación de cambio de ciclo, el agotamiento de la etapa de Mariano Rajoy a pesar del crecimiento económico y el intento de que esa mejora llegue a toda la capas de la sociedad, lo que aún está por ver.

Lo que resulta un esfuerzo inútil es el llamamiento realizado por el Gobierno al resto de fuerzas políticas, pero mirando al PSOE para que haga un ejercicio de responsabilidad compartida. Es imposible porque sino no habría alternativa. Y habría que preguntarse si el PP ha apoyado algún presupuesto en cualquier nivel de gobierno cuando está en la oposición. Alguno habrá habido pero es la excepción que confirma la regla.

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