Opinión

Originales y copias

La decisión del ex primer ministro francés y catalán de nacimiento, Manuel Valls, de presentar su candidatura a la alcaldía de Barcelona a través de una plataforma en la que podrán integrarse partidos y personas es una iniciativa inédita en nuestro país. Es muy interesante desde el punto de vista formal pero plantea muchas incógnitas sobre su futuro.

En primer lugar se trata de una propuesta personalista, de la que por el momento poco se conoce sobre su programa para la ciudad más allá de que se inscribe en el ámbito del constitucionalismo que pretende hacer frente por una parte al independentismo y por otra a lo que considera populismo de izquierdas encarnado en Ada Colau. Si llegara a ser alcalde de la ciudad con su candidatura “Barcelona, ciudad europea”, habría arrebatado a los independentistas la joya de la corona que pretenden para acumular todo el poder institucional en Cataluña y porque la alcaldesa de “Barcelona en Comú” da una de cal y otra de arena al respecto.

En segundo lugar es más que probable que salvo Ciudadanos, que lanzó la “operación Valls” pensando en que sería su candidato y que ahora vuela por libre, será el único partido que dará sustento a la reinvención del político francés como alcaldable en una ciudad española. El resto de partidos constitucionalistas, PP y PSC, se presentarán con sus siglas y tratarán de obtener el mayor número de ediles posibles. Desde el PP ya se han puesto, sin embargo, a disposición de esta nueva formación para lograr la alcaldía de Barcelona, mientras que el nuevo candidato lanza guiños a la izquierda apelando tanto a lazos amistosos como a ideológicos para recabar apoyos, declarándose, “demasiado de izquierdas para algunos” como hizo ayer en la presentación de su candidatura, lo que se compadece poco con la evolución hacia el neoliberalismo del partido de Albert Rivera. No obstante, sus últimas peripecias francesas, apoyando la plataforma de Emmanuel Macron y su alejamiento del PSF, pondrían sordina a esa profesión de fe ideológica. En cualquier caso es un asunto a resolver entre ambos líderes.

Frente a su mirada transversal, los votantes constitucionalistas pueden preferir los partidos originales que la copia que propone Manuel Valls, con un programa que parece en principio una mezcla de los de otros partidos, incluidas propuestas el PSC.  Por lo pronto la actitud de Manuel Valls es reactiva frente a las críticas que ha recibido su propuesta, bien porque lo consideran el candidato de las élites económicas -Ada Colau- bien porque se ha aliado con Ciudadanos, bien porque por el momento tiene un conocimiento bastante general -y también lo son sus soluciones- de los problemas de la ciudad.

En fin, nunca en unas elecciones se han presentado tantos candidatos de procedencia socialista para regir una ciudad como Barcelona, en unos casos con una evolución de la socialdemocracia al liberalismo –el propio Manuel Valls-, y en otros porque proceden de familias socialistas volcadas ahora al nacionalismo y pesos pesados del independentismo, desde Ernest Maragall  -por ERC- a Ferrán Mascarell, exconseller socialista y ahora volcado a la causa de Puigdemont para arrebatar el poder a Ada Colau.

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