Opinión

Zoido en Marruecos

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado recibieron a su nuevo jefe desde hace poco más de un mes, el ministro del Interior, José Ignacio Zoido, con la detención del ‘número uno’ de ETA, Mikel Irastorza, en Francia en una operación conjunta de la Guardia Civil y la Policía francesa. Y aún no había nombrado a los tres principales miembros de su equipo, el secretario de Estado de Seguridad y los directores generales de la Policía y la Guardia Civil, cuando se producía la primera operación antiyihadista de su mandato. Casi media docena se han sucedido desde entonces que han permitido la detención de presuntos terroristas islámicos dedicados sobre todo a la captación y adoctrinamiento de miembros para integrarlos en el Daesh. Entre los detenidos también había un ‘actor solitario’ dispuesto a "trasladar la guerra al corazón de los hogares de occidente". 

Con ETA sin atentar y a la espera de su definitiva disolución, la atención se ha centrado en la lucha contra el terrorismo yihadista, que ha permitido que desde que en 2015 el Gobierno elevó a 4 el Nivel de Alerta Antiterrorista se hayan detenido a un total de 171 presuntos terroristas.

La eficacia de las FCSE viene precedida de la experiencia en la lucha contra el terrorismo de ETA y de la aplicación de uno de sus principales instrumentos, la cooperación internacional. De ahí que la visita que el ministro del Interior realiza hoy a su homólogo marroquí, Mohamed Hassad, tenga una gran relevancia, porque muchos de los detenidos en España tienen nacionalidad marroquí y porque la situación fronteriza de las ciudades de Ceuta y Melilla donde son frecuentes las detenciones de yihadistas requiere de una colaboración muy estrecha.

La cooperación antiterrorista entre España y Marruecos funciona de manera adecuada y la visita tratará de reforzar esos lazos, en los que los equipos conjuntos de policía desarrollan una tarea esencial, junto al magistrado de enlace destinado por España a Marruecos para agilizar la colaboración judicial. Su importancia es mayor todavía porque las relaciones sobre este asunto entre Marruecos y Francia atraviesan por continuos altibajos, y porque Marruecos ha sido también otro de los principales países proveedores de milicianos yihadistas para el Daesh en Siria e Iraq, y por tanto de retornados altamente radicalizados.

Pero esta colaboración no se debe circunscribir solo a la persecución de las actividades terroristas sino que, como precisaba un informe del Instituto Elcano, deben prestar atención a la prevención de la radicalización de los marroquíes asentados en nuestro país, para lo que recomendaba que se alcanzara un acuerdo sobre la designación de los imanes que ejercen su labor en las mezquitas de España, frecuentadas mayoritariamente por marroquíes.

A esta atención prioritaria a las actuaciones de los yihadistas se añade la persecución de los delitos relacionados con la inmigración ilegal y el narcotráfico, otros dos aspectos en los que la colaboración policial también funciona como demuestra la realización de la primera operación policial conjunta contra el tráfico internacional de cocaína por vía marítima entre los continentes europeos, africano y suramericano, que ha permitido desarticular al que la Policía Nacional considera el grupo ‘más activo’ relacionado con esta actividad delictiva.

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