Opinión

“Cachamuiña”, uno de Ourense que echó a los franceses de Vigo

Vigo celebra cada 28 de marzo la llamada Fiesta de la Reconquista, evocando la jornada de 1809 en que los franceses que ocupaban la ciudad la desalojaron. Como en todo este tipo de acontecimientos, la leyenda y la realidad se confunden. Es cierto que Vigo, entonces un villorrio, fue la ciudad que estuvo menos tiempo en manos francesas, desde el 31 de enero al 28 de marzo. Vigo no tenía demasiada importancia para los franceses, para quienes era una escala más para invadir Portugal. La ocuparon rápidamente, pues eran escasos los defensores con que se contaba; pero poco a poco, la numerosa tropa inicial que se instaló dentro de las murallas fue reduciéndose a medida que los soldados eran enviados a Portugal, objetivo del mariscal Soult.

La reducción de efectivos facilitó las cosas a los sitiadores: las “Alarmas” o tropas voluntarias del Valle del Fragoso, atizadas al patriotismo por los abades de Couto o Valladares, a quienes no preocupaba tanto al defensa de la plaza como restituir la alianza del trono y el altar, ante el temor de que de alguna mochila francesa se desprendiera alguna idea de la Ilustración.

Aparecen en escena los principales personajes que la historia recordará: el capitán de milicias Bernardo González del Valle "Cachamuíña", el capitán Inda, Joaquín Tenreiro, el teniente Almeida (portugués) y el abad del Couto y Vilar. Luego aparece en escena el capitán Morillo, un traidor que años después volverá a Vigo al servicio de los 100.000 hijos de San Luis para reponer el absolutismo fernandino.
Los franceses vivían encerrados dentro de las murallas de la ciudad, lo que dificultaba el abastecimiento de la población, de modo que el comandante Chalot, que manda la fuerza ocupante, decide abrir las puertas a determinadas horas.

La historia más rigurosa se refiere a la rendición voluntaria de la guarnición al amanecer del 28 de marzo, no sin antes izar bandera blanca. Pero los sitiadores, envalentonados, se lanzan al ataque. Y aquí surge la leyenda: se dice que un marinero llamado “Carolo” intenta derribar las puertas de las murallas y cae abatido, por lo que es sustituido por el famoso Cachamuiña. Con Cachamuiña al frente los vigueses recuperaran la ciudad que estaba ocupada por 1.400 soldados de infantería y caballería, quienes serán tomados prisioneros y embarcados en dos fragatas inglesas, dejando en Vigo cañones, 107 cajas de municiones, 57 quintales de pólvora, 339 hambrientos caballos, 60 carros, 117.000 francos y el equipaje de mariscal Soult. 

Bernardo González del Valle, nacido el 23 de marzo de 1771, en el pueblo que le dio su nombre de guerra, era oficial de los regimientos provinciales (una especie de Guardia Nacional), siguiendo la vocación de su padre, alistado en el Regimiento de Ourense. Antes del episodio de Vigo, el futuro héroe se bate primero contra los ingleses, donde llega a alcanzar el grado de capitán, para luego batallar en la Guerra de la Independencia, donde se distingue en diversos frentes. Tras su famoso episodio que aquí evocamos fue nombrado gobernador de la plaza, pero acabó sus días tristemente, sin recibir hasta muy al final de su vida los honores y pagas prometidos.

A propósito de esta historia, hace años acudí a Cachamuiña para hacer un reportaje para la radio sobre su tan ilustre hijo. Me acerqué a un paisano que fumaba al sol, sentado en un saliente de su casa:
-Bos días –le dije-. Sabe vostede que eran Cachamuiña?
-E logo, non vou saber? –comentó extrañado, mientras me miraba con asombro- Era un veciño noso que vivía xunta a casa do Manolo, por ese camino dereitiño…

Con tanta seguridad se expresaba nuestro paisano, que tal parece que conociera al heroico patriota personalmente.

-E sabe o señor o que fixo?
-Cómo non vou saber?! –me replicó poniendo cara de pensar que yo debía de ser tonto, pero prosiguió-:

Estaba Vigo en mans dos gabachos e Cachamuiña chegou as portas da vila, fendeunas dunha machada e lles dixo ós franceses: “Saíde todos e de un en un, ou hai ostias”.
Lo cierto es que nunca nadie me diera una explicación tan breve, precisa, razonable y concreta de un hecho histórico.

Por cierto, la iconografía en la Fiesta de la Reconquista de Vigo lo refleja de modo incorrecto, y lo viste de azul, cuando en realidad, como oficial de las milicias provinciales, su uniforme era blanco. Una curiosidad.

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