Opinión

Sánchez protege a Cerdán, que trajo a Koldo por su papel con Junts

Viendo el avance del caso de Koldo García, sus conexiones y los personajes que aparecen en escena y sus ramificaciones, a uno se le ocurre la excelente comedia dramática de que con este argumento hubiera construido Pirandello o una película de Berlanga o un vodevil a la francesa. Es curioso que en estas historias de corruptos siempre aparecen burdeles y profesionales y derivadas, desde el caso Roldán a los ERE, de Títo Berni y ahora en la propia biografía de Koldo García. Tras la dramática, pero bien construida, despedida de José Luis Ábalos y su queja dolorida, dentro del propio PSOE la responsabilidad original de los actos del que fuera mano derecha del despedido apunta hacia quien lo trajo a Madrid e influyó para colocarlo como hombre de confianza al cuadro escénico del Ministerio de Transportes, que fue la lanzadera para sus fechorías. Y ese foco se dirige hacia el hoy secretario de Organización y hombre clave del aparato de Pedro Sánchez, Cerdán, para desarrollar sus compromisos con Puigdemont. Para algunos, luego de su forzada baja en el grupo socialista y en el partido, arrumbado al Grupo Mixto, Ábalos pasa a ser una víctima de un tinglado del que, admitiendo su inocencia, al que fue ajeno, ya que, por lo visto, no enteró de los tejemanejes de su mano derecha.

Santos Cerdán, hoy el hombre más próximo y de mayor confianza de Sánchez, se encarga de la delicada misión de entenderse, al precio que sea, para que Puigdemont deje que el presidente siga tranquilo en la Moncloa. Es el vértice de ese triángulo que forman Ábalos y Koldo. Pero el examen de la trayectoria de este electricista parece hacerlo primer responsable de lo que derivó en un cortocircuito con el presente por el modo en que colocó los empalmes. Su proyección desde el Parlamento de Navarra a Madrid fue un vuelco decisivo, si bien en el viaje se llevó a Koldo García, que también instalado, como el propio Sánchez cuenta en uno de los libros que firma y que escribió una de sus asistentes, en el círculo de los leales, dispuestos a cumplir cualquier misión que se le encomendara.

Es curioso que ahora se observan dos enfoques: los que entienden que quien ocupa el número tres del partido que conserva las siglas PSOE, y que ocupa el cargo de secretario Organización del que Ábalos fuera descabalgado, sin que sepamos el porqué, se equivocó al confiar en él y colocarle un escolta de confianza. Otros creen que Ábalos fue sorprendido en su buena fe y que el tal Koldo, a quien otorgó plena confianza y empleos sabrosos (incluida su señora), abusó de ella y del descontrol. Pero oficialmente, como si fuera totalmente ajeno a los resultados por haberse traído a tal Koldo, Sánchez y el aparato del partido no le hace el menor reproche, y menos contando con la delicada misión que tiene encomendada el navarro Cerdán. Es más, esa confianza la asumió Sánchez con respecto al tal Koldo, como vigilante y custodio de los avales que lo devolverían al control del partido. Es curioso el papel de cada uno de estos personajes: mientras Ábalos afirmaba que el PSOE nunca pactaría con los independentistas para llegar al poder, Cerdán fue el fontanero esencial de tejer acuerdos con el PNV, Bildu y finalmente con Junts, misión que sigue desempañando con eficiente resultado.

Algunos discrepan del modo en que, pese a no ser investigado ni procesado, Sánchez y el partido lo han abandonado y arrojado a los infiernos, por lo que, aunque ya fuera del grupo socialista, decida conservar el acta y pasarse al Grupo Mixto, lo que le permite conservar el aforamiento, Como ya es habitual, Sánchez ha recurrido a buscar en el PP casos anteriores, como si sólo emerja la derecha y la Gürtel y otras corrupciones, pero no fue el PP el primer partido condenado por esas ilícitas actividades, no menos escandalosos como el “caso Filesa”, una trama de empresas cuyo fin era la financiación del PSOE para cubrir los gastos de la campaña electoral de 1989. Hay que tener memoria.

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