Opinión

Carta abierta a Susana Díaz

Estimada compañera, no quisiera que considerases esta misiva como un reproche a tu actividad política y mucho menos a tus aspiraciones, en cualquier caso legítimas, a la Secretaría General de nuestro partido. Trato únicamente de que reflexiones sobre la enorme trascendencia que tendría para  el futuro del socialismo que una persona de tu perfil accediese a tal responsabilidad. 


Tienes hoy un compromiso lo suficientemente importante a que dedicar todo tu tiempo y esfuerzo, pues  no puedes olvidar que presides el gobierno de la Junta de Andalucía, autonomía que, a pesar de tus esfuerzos, sigue ostentando unos datos de paro francamente alarmantes, además de ocupar los últimos puestos en calidad de educación y unos elevadísimos índices de desigualdad social. Andalucía necesita el impulso que desarrolle sus ilimitadas potencialidades. Y tú, apreciada compañera, tienes la obligación de seguir intentándolo pues la historia y tus conciudadanos así te lo demandan. Posees para ello una enorme vitalidad y una potente organización que, puesta al servicio de la sociedad andaluza, es garantía de éxito en todo aquello que emprendas.


Se afirma que has sido la responsable del bochornoso espectáculo ofrecido por el Comité Federal  que propició la dimisión de Pedro Sánchez como secretario general. Estoy seguro que tu dignidad personal te impediría participar en tal vileza, impropia de quien se le supone portadora de los valores  socialistas que has interiorizado desde la más tierna infancia.

 
Hasta ahora te has entregado con abnegación, sacrificio y esfuerzo a todas las heroicas misiones  que el partido te ha encomendado; has renunciado a tener vida laboral fuera de tu elogiosa actividad política; tu vida privada no te ha impedido desarrollar una intensa acción orgánica y siempre sin esperar gratificación alguna. 


Has sido humilde en la exposición de tus ideas, has denunciado el populismo rancio de la derecha y el más fresco de los podemistas. Por eso no entiendo las palabras de Juan José Millás acusándote de populista ¡Qué injusticia! Tú que has leído a todos los clásicos, que conoces (a todos los efbócratas se les supone) “la cultura de partido” que supedita el interés personal al bien de la organización. Por todo ello no puedes caer en la tentación que te plantea la nueva aristocracia socialista encabezada por el viejo Abrahán y su vetusta guardia pretoriana. Resiste y tu figura será espejo de las futuras generaciones socialistas.


Termino parafraseando a Henry W. Longfellow (poeta estadounidense profundamente sentimental): “Muchos triunfarían en cosas modestas si no estuvieran obsesionados por grandes ambiciones”. No lo olvides, preciada Susana. 
Saludos socialistas. 

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