Opinión

Chantaje a Dios

Movidos por un insaciable orgullo y sedientos de riqueza, algunos humanos ofenden gravemente al El Ser Supremo sin que este, en su infinita generosidad, les aplique correctivo alguno por las injurias cometidas. Al sentirse libres sin haberse arrepentido, los réprobos cometen el mismo delito y el TODO, en su eterna misericordia, les vuelve a perdonar. Henchidos de soberbia y crecidos en su irresponsabilidad, reiteran la misma ofensa una y otra vez, sin que el Ser Supremo, en su magnificencia, imponga sanciones o castigos. Son necios y en su mediocridad manifiestan su deseo de ser considerados superiores a sus semejantes y no temen la justicia porque la nobleza la consideran síntoma de debilidad. El perdón es patrimonio del poderoso y la soberbia es la penitencia del ignorante, que le impide aceptar la ayuda o compasión de quienes consideran inferiores. Dicen creer en Dios pero lo chantajean ofreciéndole dádivas, ofrendas y sacrificios, la esperanza de obtener beneficios y privilegios, cumplen con los ritos pero acumulan riquezas mientras sus semejantes pasan hambre, frio, enfermedades y viven sin techo. Dios es propiedad exclusiva para sus necesidades. Olvidan el axioma que les abre la puerta del paraíso “Anda vende cuanto tienes y repártelo entre los pobres y tendrás tesoro en el cielo porque es más difícil que un rico entre en reino de los cielos que un camello por el ojo de una aguja” ¿Cuántos creen en Cristo? 

En un día gris que anunciaba un otoño triste, muere en un hospital acompañado de los suyos, Benjamín Novoa el guerrillero utópico de una revolución romántica, llena de poesía y traiciones. Leal con la idea de una Arcadia comunista donde la anarquía fuera ley y los afectos borrasen las cadenas del capitalismo opresor, que niega derechos a los pobres mientras adula a tramposos delincuentes. Benjamín, no se negó nunca a desempeñar el rol que “El Partido” le asignase fuese lo que fuese. Espléndido y generoso, ponía su casa a disposición de cualquier camarada. Era tal su disciplina que no dudó en ponerse al servicio de causas dolorosas de dudosa raíz. Participando en la exclusión de viejos camaradas. Arrepentido de su participación en la trama no dudó en pedir perdón y arrepentirse de haber participado en la purga de sus viejos compañeros (Benjamín era ateo pero amaba a sus semejantes).

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