Opinión

La infracción como norma

En uno de mis frecuentes paseos vi a un individuo (creo que no merece la consideración de ciudadano) que iba arrojando al suelo papeles del envoltorio de un pequeño paquete; lo hacía con la desenvoltura propia de aquellos que lo hacen habitualmente, no le importaba nada el efecto de su incívico acto.

 En nuestro país existe un abierto desprecio por la ley y por las instituciones que deben de velar por su cumplimiento. El incumplimiento de las normas se hace con la mayor naturalidad; tal vez sea una de las consecuencias de nuestra educación histórica ya que, salvo gloriosas excepciones, hemos sido gobernados por una aristocracia corrupta e ineficaz que ha alcanzado su cenit durante la dictadura franquista. No podemos olvidarnos de la rapiña a la que sometió al país el sanguinario dictador: el Pazo de Meirás, la Casa Cornide ( A Coruña), una fortaleza del siglo VIII en Jaén, una finca de 10.000 hectáreas en Valdefuentes (Arroyomolinos, Madrid), Palacio del Canto del Pico (Torrelodones, Madrid) por citar algunas de las propiedades que le “regaló” el pueblo español.

Hora del vermut, mesa contigua, una pareja joven acompañada por tres niños pequeños probablemente sus hijos; bolsa de patatas, al suelo; pipas, al suelo; envoltorios de caramelos, vuelan libremente y acaban en el suelo. Ni un consejo, ni una instrucción, los muchachos responden únicamente al mandato de su instinto.
 Paso de peatones, semáforo en rojo, coche a gran velocidad, ciudadano herido gravemente, conductor huye del lugar del suceso. 

 Políticos con responsabilidades institucionales, presupuestos inflados, adjudicaciones fraudulentas, mordidas considerables. Ajustes salvajes, servicios deficientes, sanidad degradada, hospitalización tercermundista: calor, hacinamiento, instalaciones deterioradas…; masificación…
 Leyes protectoras del medioambiente, papel mojado: especulación, contaminación, incendios, talas abusivas, vertidos tóxicos, herbicidas, pesticidas, depredación, Donald Trump…, muerte lenta del planeta. 
Paseo nocturno, agresión injustificada, violencia gratuita, odio contenido… machismo, fascismo, herencia salvaje, espiritualidad reprimida.

 Ruido, alboroto, alcohol, drogas, bullicio desenfrenado, huida hacia la nada.
 Legislación represiva, sociedad controlada, contradicción sistemática, cárceles vip, prisiones tenebrosas, desigualdad y sectarismo.

La filosofía del poder siempre ha sido la filosofía de la élite porque ésta descubrió que la sed de poder sólo se apaga mediante la destrucción total, solo así se explica el caos programado por el ser humano.
¡Cuánto calor!

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