Opinión

La verdad

Un candidato a senador en el estado de Illinois afirmó dirigiéndose a sus entusiasmados seguidores: “No pretendo ser objetivo porque entonces estaría mintiéndoos”. Haciendo mía esa frase, defiendo la subjetividad como la expresión de un pensamiento personal que define al individuo en su auténtico ser.

Se han escrito cientos de artículos sobre la moción de censura que ha llevado a Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno de España. Por mi condición de militante socialista creo que mi análisis puede ser tachado de subjetivo si expreso lo que pienso; por esa razón utilizaré el método socrático para que sean los lectores los que respondan a los interrogantes planteados.

¿Es el Congreso de los Diputados donde reside la soberanía del pueblo? ¿Gozan de la nacionalidad española todos y cada uno de los diputados? ¿Está recogida en la Carta Magna la moción de censura? ¿Es Pedro Sánchez un presidente legítimo? ¿Recogía la sentencia que juzgó el caso Gurtel la financiación ilegal del PP? ¿Es Mariano Rajoy Brey el M. Rajoy de los papeles de Bárcenas? ¿Qué impresión le ha causado el nuevo gobierno?

 Una vez que las preguntas han tenido la consiguiente respuesta, me atrevo a opinar con la libertad que me da mi subjetividad. Creo que la tenacidad de un hombre corriente, unida a su legítima ambición, ha producido el triunfo de una moción de censura que muchos creían imposible. El rechazo a Rajoy, los casos de corrupción que afectan a varios responsables (y ex) institucionales del Partido Popular, la precariedad laboral, el aumento de la desigualdad social, el deterioro de los servicios públicos, la degradación de la actividad política, la confrontación territorial con Cataluña… son algunos de los elementos que han conjugado la unión de ciento ochenta diputados (holgada mayoría absoluta) que han votado a favor de Pedro Sánchez.

Los acontecimientos se precipitan. Ciudadanos ha quedado descolocado, su estrategia ha fracasado, su infantilismo derechista y la simplicidad de su discurso han dejado al partido de Albert Rivera fuera de juego. El cruzado Aznar, presunto líder de tramas corruptas, clama venganza y se ofrece a liderar el neofascismo español, después de haber traicionado a su antiguo delfín y sembrado de odio todo cuanto toca. Pedro Sánchez sorprende a todos por su habilidad en resolver temas de gran trascendencia demostrando tener unas cualidades que lo hacen acreedor de un voto de confianza como hombre de Estado. Ha designado un equipo de ministros de cualificada formación y experiencia, ha conjugado diálogo con propuestas socialistas, ha apostado por progreso, europeísmo, investigación, fidelidad constitucional, cercanía, cultura e igualdad e, imprescindible, ha anulado cualquier intento conspirativo de los críticos de su partido. Sin duda ha tenido un buen comienzo que casi todos reconocen. Mientras el PP se recupera de la crisis y encuentra un nuevo líder, Podemos tratará de ocupar el espacio de la izquierda necesaria para que el Gobierno cumpla con su papel regenerador de la vida política. Los partidos nacionalistas reafirmarán su identidad territorial y los sindicatos intentarán liderar las reivindicaciones laborales y sociales.

 No he pretendido ser objetivo. Quizás he mezclado deseos con realidades, pero creo coincidir con muchos españoles que piensan que se abre un período de ilusión y esperanza. Acabo con una frase de Aulo Gelio, abogado romano del siglo II: “La verdad es hija del tiempo”. Me pregunto: ¿qué verdad?

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