Opinión

¡Peligro!, enemigos

Me encontraba sentado ante mi ordenador, dispuesto a escribir mi artículo semanal. Cuando, de pronto, un minúsculo roedor surgió ante mi vista y, atravesando como una exhalación el despacho, fue a refugiarse en algún inasequible lugar. Mi cerebro instantáneamente envió las órdenes oportunas con el fin de eliminar tan “peligroso” invasor. ¡Cómo voy a permitir que mis queridos libros se conviertan en alimento de su insaciable apetito! ¡Debo actuar con contundencia, sin compasión y con prontitud!, no sea que se trate de la avanzadilla de un ejército conquistador. Me dispuse a colocar la terrorífica cola en varios puntos del habitáculo, estratégicamente elegidos, para que el osado asaltante no tuviese la más mínima oportunidad de huir o de asentarse definitivamente en mi íntimo refugio. Una vez acabada la tarea, solo queda esperar los resultados y comprobar que ha sido eliminado el subversivo “enemigo”.

¿Enemigo?, ¿peligroso invasor?, ¿eliminar? Terribles palabras que reflejan la violencia que ejercemos para protegernos de los “otros”. Vallas, concertinas, porras, pelotazos, muros…, cuando no, disparos, bombardeos, drones, hambre, tortura... El cerebro reptiliano, los intereses económicos, el instinto tribalista, la ambición, el miedo, la maldad…, nos impulsan a proteger lo que creemos nuestro. Todo está justificado y para ello existen las leyes que amparan nuestras decisiones, la violencia tiene siempre argumentos para el que la ejerce; lo más grave es cuando estos se basan en la creencia de cumplir la voluntad de un ser superior y se cubren de un manto moral que destruye los principios éticos.

Barack Obama esta horrorizado, desconcertado, indignado… no comprende los hechos que están sucediendo en Oriente Próximo; la barbarie del autoproclamado califato en una desmembrada Mesopotamia: ¿Qué esperaba? Las consecuencias del apoyo a la políticas de la teocracia saudí; las secuelas de las guerras de Iraq, con el derrocamiento y posterior ejecución de Sadam Husein; la desestabilización de Siria; las oscuras primaveras árabes de fácil manejo. Han destruido al gato y los ratones se han transformado en feroces e insaciables ratas, y estos animales son muy prolíferos, convirtiéndose en un problema de difícil solución.

La falta de un análisis riguroso del mundo islámico ha llevado a los dirigentes del país más poderoso de la Tierra a cometer grandes errores; acentuados por la falta de escrúpulos de quienes trafican con armas o petróleo. Aderezado todo con un nacionalismo religioso, étnico y cultural que lo convierte en el mayor peligro para la estabilidad del mundo.

Han pasado unos días, el pequeño ratón no ha caído en la ratonera. Ha sido lo suficientemente hábil para mantenerse en una clandestinidad que lo hace invulnerable; además, aparece y desaparece en distintos lugares. Comparte nuestro espacio vital, esperando el momento favorable para convertirse en rata.

El feroz asesino de los dos periodistas americanos era un inofensivo ratón que, alimentado con el odio de un fanatismo tolerado, se ha trasformado en una repugnante rata. No podemos olvidar que un alto porcentaje de yihadistas provienen de países occidentales que no han impedido (cuando no alentado, como el irresponsable Hollande) que se conviertan en combatientes contra el régimen de Bashar al-Asad; probablemente atendiendo a los deseos de la teocracia saudí.

He decidido usar la técnica disuasiva para expulsar al pequeño, pero molesto, invasor. Me han dicho que los ultra sonidos lo alejarían de mi territorio; es menos cruel y previene de otras posibles incursiones. Además, siguiendo los consejos el viejo cazador Dersu Uzala (personaje de la novela de Vladímir Arséniev), pienso alimentar sus necesidades en su territorio para que no tenga nunca necesidad de penetrar en mi hogar.

Te puede interesar