Opinión

Símbolos identitarios

No me gusta, me produce un instintivo rechazo; me parece chabacano, populachero, inoportuno y de muy mala calidad artística. Creo que la letra para el himno de España creado por Marta Sánchez no merece más atención que cualquier otra ocurrencia de un alumno de primaria (perdón si alguno se siente aludido). Lo más preocupante es el interés mostrado por algún destacado representante de la clase política y los apoyos de muchos patrioteros que se sienten ciudadanos de segundo nivel por carecer el himno nacional español de un texto que exalte los valores históricos de nuestra ultrajada España. Muchos españolitos de a pie están deseosos de exhibir un cántico de batalla que acalle los abucheos de las finales futboleras que se reproducen en nuestros campos. 

Normalmente los himnos nacionales resaltan algún acontecimiento que se identifica con el origen de la nación. El actual himno español está muy vinculado a la monarquía y aparece por primera vez en el año 1770, cuando Carlos III declaró Marcha de Honor a la de Granaderos. Fue en el reinado de Isabel II cuando esta Marcha Real se convierte en himno oficial de España. Desde entonces han sido varios los intentos de incluir un texto que contara con el consenso del pueblo, pero hasta la actualidad ninguno ha tenido los apoyos suficientes para ser considerado el himno de la España democrática. 

En el Trienio Liberal (1820/23) se instauró como himno oficial de la monarquía constitucional el Himno de Riego que en 1931 muchos lo recuperaron como himno de la II República. Siendo abolido por el dictador Francisco Franco que reinstauró la Marcha Real como himno nacional. Desde entonces una parte importante de la ciudadanía española identifica el himno nacional con el régimen de la dictadura franquista, por considerar que es un símbolo de los vencedores de la guerra civil. 

No podemos olvidar el sacrificio de la izquierda española, que aceptó los distintivos monárquicos como símbolos del Estado (la bandera, el himno, el rey) para hacer posible la transición pacífica de la dictadura a la democracia. Pero todo tiene un límite y la letra propuesta por Marta Sánchez marca hasta dónde se puede llegar; en un tsunami de corrupción, en un progresivo deterioro de los servicios básicos, en un clima de incertidumbre por el futuro de las pensiones públicas, en un retroceso brutal de las libertades individuales… se pretende desviar la atención a un tema aparentemente banal, pero de gran trascendencia ideológica. El concepto de un estado totalitario alienado por una nación decadente donde solo cabe la sumisión y el miedo se intenta imponer creando una confrontación territorial y magnificando la idea de patria. 

El poeta George Brassens, probablemente harto de la manipulación de “grandes principios” que no reportan más que violencia y sangre, escribió una poesía, “La mala reputación”, que define el rechazo que una parte de la ciudadanía siente por los símbolos identitarios. Creo que lo mejor que puede hacer para defender e identificarse con la patria es profundizar en los derechos humanos de sus ciudadanos y adquirir el compromiso de mantener y mejorar el estado de bienestar que tantos sacrificios costó alcanzar. 

Malos tiempos corren para la lírica; la libertad de expresión perseguida, la convivencia nacional amenazada, la corrupción pudriendo las instituciones, la justicia cuestionada por su presunta parcialidad, la soberanía nacional esclavizada… y como guinda, Forges nos ha dejado. 

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