Opinión

Yo acuso


El Viejo Milenario está indignado, el genocidio planificado y ejecutado del pueblo palestino lo retrotrae a la Tierra Prometida por Yahvé a Abrahán: “A tu descendencia daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el río grande (Éufrates)”, Génesis 15:18. La promesa se reitera a Moisés en Éxodo 3:8: “Y descendí para librarlo de manos de los egipcios y para llevarlo a la tierra buena y ancha, tierra que mana leche y miel”. Los líderes hebreos justificaban sus guerras de aniquilamiento de los pueblos que habitaban Canaán, hoy Palestina, aplicando el único medio de acabar con el culto pagano, exterminándolos. Cumpliendo así el pacto con Yahvé, que como premio otorgaría a Israel la extensión de tierra prometida a Abraham, lo que les permitiría vivir en un ámbito de justicia, verdad, rectitud y compasión. El primero en cumplir el mandato divino fue Josué, que conquistó la ciudad amurallada de Jericó, ordenando la muerte de todos los hombres y mujeres de todas las edades, así como los bueyes, ovejas y burros. Un genocidio completo. 

Pero lo sorprendente es que en la actualidad, países democráticos, teóricos defensores de los Derechos Humanos, permitan que un Estado perteneciente a la ONU planifique el exterminio de un pueblo justificando su decisión en la venganza y la fuerza, haciendo buena la frase de Simón de Montfort pronunciada en la ciudad de Albi en la cruzada contra los cátaros: “Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos”. El Gobierno de Netanyahu da la orden: ”Eliminad a los palestinos, sean terroristas de Hamás o recién nacidos”. 

Ante las imágenes de cientos de víctimas inocentes, soy consciente de lo arriesgado que es pronunciarse en un conflicto que dura más de 75 años, pero recuerdo el compromiso de Emile Zola con la verdad y la defensa de un inocente (el oficial Dreyfus), militar del Ejército francés de origen judío, acusado de traicionar a su país, Francia. Escribió un memorándum que denominó “Yo acuso”, en el que citaba a los responsables de la trama que sacrificaba a un inocente en aras de la defensa de la patria. Cito a aquellos que, con su ineptitud, intereses y mentiras, contribuyen a que Paz sea una quimera:

Yo acuso a Gran bretaña y Francia de planificar la independencia de los pueblos liberados del Imperio Otomano sin garantizar la afinidad histórica de sus habitantes.

Yo acuso a la ONU por su debilidad, dependencia e incapacidad para obligar al cumplimiento de sus resoluciones.

Yo acuso a Arabia Saudí, Irán, Emiratos Árabes, Egipto por su falta de solidaridad con el pueblo palestino.

Yo acuso a Hamas por su violencia terrorista, alimentada por el odio y la provocación, sin importarles la vida de inocentes.

Yo acuso a Israel por sus asentamientos en territorio palestino 

Yo acuso al sionismo por dividir al pueblo judío y usar la religión como excusa de su política expansionista.

Yo acuso a EEUU por su protección al terrorismo del Estado israelí.

Yo acuso a Arabia Saudí, a Irán y a Catar por financiar el integrismo islamista.

Yo acuso a los regímenes teocráticos de Irán y Arabia por esclavizar a su pueblo.

Yo acuso a la Europa histórica por haber organizado los progrom que causaron exterminios sistemáticos de judíos en todo su territorio. 

Yo acuso a Turquía por el genocidio armenio y por masacrar al pueblo kurdo.

Yo acuso a Europa por su historia colonial que tantos genocidios causó.

Yo acuso a la Alemania del Tercer Reich por haber aplicado las medidas más crueles para exterminar a todos los judíos en un shoá (los sionistas lo entenderán).

Yo acuso a los dirigentes de las superpotencias por su responsabilidad en los conflictos priorizando los intereses del capitalismo.

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