Opinión

La ciudad se está rompiendo

Se terminó la tregua establecida.

La tregua optimista que esperó paciente, allí, sentada en el banco de la Alameda donde mi abuelo acostumbraba a jugar a la llave. Ahora ya no hay llave ni juego ni abuelos. Por no haber no hay música ni risas en el palco rojo de la fiesta.

Se acabó la tregua, la de esperar a ver si…, que en Santo Domingo hay colgados más carteles de ‘se alquila’ que de horario comercial, que en los pisos no vive nadie, que vi como instalaban un hogar en el portal donde antes había trajes de novia.

Se terminó la tregua, porque si más se van, no sé quien va a despertar a la ciudad.

Los cines ya no quieren ser cines, y al museo lo llevan destripando una eternidad con la habilidad cruel de quien se sabe responsable exento de juicio ni castigo. Y quizás no importa si al final ya no queda nadie que quiera entrar.

Se acabó la tregua, la que concedimos al paso del tiempo desde hace una década, que ya hace diez años que se instaló una generación vacía en todos los rincones donde nunca pasa nada. O sí pasa y no hay quien para verlo. Que de pronto el café es demasiado caro y los parkings demasiado grandes.

Han cambiado las aceras, ahora son mejores, aunque no haya sombra alrededor.

Se terminó la tregua establecida de estoicismo optimista del todo va a ir mejor, que ya no somos como antes, que se nos consume el tiempo entre quejidos afónicos ahogados entre nostalgias caducas dentro de copas de cristal.

En la Lepanto, en la Luna, que más allá de la espalda del Carrabouxo ya no quiere vivir nadie.

Se acabó la tregua, la mía al menos, que solo pido quedarme aquí, donde siempre fui feliz, con demasiado algunas veces, con lo justo muchas otras, con el Outono, con la Banda, con el American. Quedarme aquí, a enseñarle a mi sobrino los peces de colores, quedarme aquí y dejar de ser un chaval de cuarenta, que los chavales han de ser los otros.

Los que se fueron. Los que se van.

Se terminó la tregua establecida, que la ciudad se está rompiendo por dentro y pronto empezará a notarse por fuera.

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