Opinión

Para Román

Te he escrito algunas cosas.

Cosas que a ratos he querido contarte y nunca me atreví. Que a veces todo es tan injusto que la parte del frío no deja de doler, que la ciudad se pone cuesta arriba, sobre todo los domingos, más que la calle Bedoya, aunque ahora desde ahí abajo te parezca irreal.

Que da igual el dinero, los coches, la altura, los likes, que, cuando creas que alrededor nadie es capaz de entenderte, intentes hablar con él.

Te he escrito algunas cosas por si la mala suerte no me deja decírtelas en algún día venidero.

Que le cuentes a los demás que vivimos encima de un volcán. Te he escrito todas las batallas del Torgal, la del Omar y la de la Peluso también, para que puedas presumir que fue aquí y no en otro sitio. También te he apuntado todas las respuestas, las que uno debe dar cuando las cosquillas pierden la gracia y a la paciencia se le ha dado por ir a pasear.

Que suele ser mejor escuchar que hablar.

Te he escrito una lista de todos los sitios que tienes que conocer. El Burato, las partes secretas de la Catedral. Que detrás de la plaza de abastos, escondida, hay una estatua que homenajea a las putas de la calle Villar.

Te he escrito que a menudo no es lo mismo lo que uno hace que lo que uno dice, que el dolor es más fuerte que la muerte, que, aunque pueda parecer lo contrario, la ciudad huele distinto cada vez. Que no permitas que termine en el sitio con humedad donde yace lo prescindible que se estropea por falta de uso.

Te he escrito todas las cosas que alguna vez me dieron miedo. Que todavía me lo dan. El paseo del Barbaña, olvidarme de las caras. Me da miedo quedarme solo de nuevo, los perros con mucho pelo que deambulan por el Paseo. Pero a ti que no te de miedo tomar decisiones, ni irte lejos a ver… que el cosquilleo en los tobillos del embalse de Castrelo no son anguilas, son solo cosquilleo.

Te he escrito algunas cosas que a mí nadie se atrevió a escribirme.

Que en todas las casas existen fantasmas, que por mucho que me empeñe 2024 no se va a parar unos años. Nadie me dijo que las ventanas son un cuadro que emboba si te pones a observar. Nadie me avisó que a las personas solo les importa el yo.

Te he escrito todas y cada una de las cosas que hice mal, cómo beber de más o romper todas las cerraduras de la Universidad Laboral. Las cosas que hice mal bajan a veces por las escaleras del bar, y me miran, y me recuerdan que la redención no siempre resetea la felicidad.

Te he escrito algunas cosas, porque a veces tartamudeo y no sé hablar, por eso, te he escrito algunas cosas.

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