Opinión

La retirada del Comandante

Cincuenta años después, Fidel Castro afirma que emprende la retirada. Lo ha hecho hace unas horas a través de un mensaje, difundido por el diario ’Gramma’, en el que afirma que ’ni aspirará ni aceptarᒠla Presidencia del Consejo de Estado ni la jefatura del Ejército cubano. El documento es un parte médico en el que reconoce por primera vez su ’crítico y precario’ estado de salud y enmarca la renuncia en su compromiso de cumplir con su deber ’hasta el último aliento’ de su vida. Pero también es un testamento político en el que, para justificarla y para alentarla, sigue hablando en pasado y futuro de su revolución.


Pero Castro sabe que la revolución morirá con él; y también, sin duda, que aunque siguiendo el camino de otros dirigentes totalitarios haya intentado dejar el futuro ’atado y bien atado’, la historia se ocupará de deshacer convenientemente esos lazos. Los más pesimistas -como el portavoz del PP Gustavo de Arístegui- señalan que lo único que hace Fidel Castro con esta renuncia es activar los mecanismos de sucesión dentro de la dictadura. Los más optimistas piensan, sin embargo, que su renuncia despeja el camino de la transición.


En España no tenemos que enfocar demasiado el retrovisor para ofrecer a Cuba un espejo alentador en el que reflejarse. Nuestro dictador se ocupó de proteger su régimen con un ordenamiento jurídico blindado, garantizó su sucesión por la vía de la designación de Juan Carlos y colocó en la Presidencia del Gobierno a los más duros para intentar contener cualquier veleidad del futuro monarca. Pero todo fue inútil. Los deseos de libertad larvados durante años sólo tenían un destino.


Quizás en Cuba, como en España, la transición ha de llegar de la mano de una persona clarividente criada a los pechos del régimen. Y en Cuba, como en España, no serán muy distintos los pasos a dar: la amnistía, el regreso de los exiliados, la legalización de partidos, unas elecciones libres, un proceso constituyente y la ilusión colectiva para mirar al futuro intentando recuperar el tiempo perdido.


Una revolución contra la revolución y contra quienes durante medio siglo han intentado acabar por todos los medios con la revolución. Un desbloqueo que libre a los cubanos del doble bloqueo, interno y externo, al que se han visto sometidos durante este largo periodo. Quizás, eso sí, nada de ello se pueda hacer hasta que el comandante Fidel Castro emprenda la retirada definitiva de este mundo. En España también fue así.

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