Opinión

Los aguafiestas

Me entero de que un ministro turco, con ocasión del final del Ramadán, dio este consejo a las mujeres: "La mujer debe saber lo que es pecado y lo que no. No se reirá en público, no tendrá actitudes provocativas, será decorosa".

Como respuesta, las féminas turcas decidieron poner en ridículo al político cavernícola. Para ello se fotografiaron y difundieron las fotografías en las que aparecían riéndose a mandíbula batiente. Hasta aquí la anécdota pintoresca.

Nosotros sabemos que la risa es una característica muy notable del ser humano. Su capacidad de reír lo distingue del resto de los vivientes. Unamuno afirmaba que había visto reír y llorar a hombres, mujeres y niños; pero que jamás había visto cosa igual en perros o gatos, (uno intuye que también los animales "ríen y lloran. ¡Vaya si "lloran"!).

En una ocasión un conocido pretendía convencerme de la existencia de personas tan cenizas que allí donde viesen alegría, allí acudían para aguar la fiesta. Desde luego yo ya lo sabía. Al respecto, participando este que escribe en una copiosa mesa de fiesta gallega, sucedió que en el momento más divertido un colega exclamó: "Bueno, sabe Deus onde carallo estaremos pro ano". Iste galego era un cenizo. 

Relata Nietzsche que caminando Zaratustra por el bosque vio a lo lejos en la floresta como unas deliciosas muchachas se divertían entonando bellas canciones y bailando. Al acercarse Zaratustra, las chicas enmudecieron, como avergonzadas. Entonces, el profeta persa se apresuró a decirles que no cesasen en sus danzas y alegres canciones.

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