Opinión

Los olvidados

Los refugiados que por diferentes causas huyen de sus tierras y vienen a Occidente en busca de sobrevivir, aunque sea como los “sin techo”, prefieren vivir pobremente aquí que morir sin ninguna duda en sus pueblos de origen. Esto explica lo que arriesgan: si se quedan, a la muerte; si atraviesan el mar, pueden morir o salvarse en la nueva tierra prometida. Desgraciadamente los tenemos todos los días en los medios de comunicación, incluso con muertes de niños casi en directo. Lo que se hace, y recordemos los cientos de miles de refugiados de la guerra de Irak, no es la solución. Son millones los que quedaron y sólo unos pocos miles consiguieron pasar los filtros impuestos por los estados de la UE. Debemos de acabar con esto ya. Está en nuestras manos occidentales hacerlo, creando industrias allí donde viven, buscándoles agua, ayudándoles en la agricultura, y especialmente eliminando a los dictadores y, muy posiblemente, reformando las fronteras para evitar el choque entre diferentes etnias. Busquemos la igualdad en el mundo sin que por ello tengamos que perder, al contrario, la igualdad que debemos darles es la de conseguir que ellos alcancen el mismo nivel de vida que tenemos nosotros.

Otras personas que están sufriendo en Asia y en África no son ni mencionadas. Sólo en el año 2016, más de 90.000 cristianos fueron asesinados por sus creencias. Para que tengamos una idea le lo que está sucediendo esa cifra es equivalente a un muerto cada seis minutos, y lo que llama la atención es que la mayoría no viven ni en Siria ni en Irak, ni tan siquiera en Oriente Medio; el 70 % fueron asesinados en África, en las guerra étnicas, y también en las “consentidas” por Occidente, que en su mayoría se “hacen” para la obtención de la materia prima que abunda en sus territorios. Son conflictos olvidados de los que no se habla en absoluto en los países ricos. El otro 30% (27.000) murieron en destrucción de villas cristianas, persecuciones del gobierno o atentados terroristas, un ejemplo muy claro lo tenemos en Corea del Norte.

No hay distinción de sexo, edad, niños, niñas, hombres, mujeres, lo que les interesa es que sean cristianos. Quizás lo que pienso sería muy duro de digerir, quizás no conviene airear esas “guerras”, ni la religión de los muertos.

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