Opinión

Tranquilicémonos

He utilizado la primera persona del plural conscientemente, puesto que me incluyo en todo. No estoy hablando del ébola que está entre nosotros y que tanto dio y dará que hablar, ni de las diferentes instrucciones judiciales abiertas a políticos, sindicalistas y personas relacionadas con el poder, ni tampoco de lo sucedido en las cajas de ahorros, ahora convertidas en bancos. Ni del Gobierno o del Concelllo, ni de las CCAA, algunas desafiando claramente la ley en ciertos temas y otras caminando por el filo de lo que es o no legal. Sí de los ciudadanos que debido a diferentes causas muy justificadas, cómo la crisis, los recortes, la pérdida de poder adquisitivo, el paro, y un largo etcétera nos han conducido a una situación que creo no es comparable con lo que sucede en otros países cercanos al nuestro, nos encontramos "cabreados". Realmente el nerviosismo, las acciones que en muchas ocasiones rondan la mala educación y la obscenidad, es lo que tenemos muy presente en nuestras conversaciones, en las que oímos en la calle o el bar, y no digamos en las redes sociales en las que bajo seudónimo o incluso con nuestro perfil real somos capaces de decir.

Inicialmente se reducía a los tres clásicos: política, fútbol y religión, pero hemos dado un paso más y ahora cualquier tema que se plantea siempre existe alguno que sube el tono al discutir, en el sentido de la RAE: "Dicho de dos o más personas: Examinar atenta y particularmente una materia", que alcanza un segundo paso cuando es una persona, mas si es político, al ensalzarlo o ridiculizarlo, para terminar convirtiéndolo en un ídolo o en lo más inmundo que existe. 

Lo triste es que en muchos casos no pensamos en ningún momento si el otro o los otros pueden tener razón; la verdad es la nuestra, tal cual si fuera un dogma. Cierto que todo lo que nos rodea no ayuda, y lo utilizamos cómo disculpa. Aun así, debemos relajarnos y afrontar la situación con tranquilidad, recordando el artículo 1 de la Declaración de Derechos Humanos: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros".

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