Opinión

Una boda sin sentido

La cultura religiosa, por lo que se ve, en este país está bajo mínimos. Uno permanece en la perplejidad al observar ciertas actitudes. Muchos hemos quedado escandalizados al ver la salida de tono del obispo de Solsona.

Vayamos por partes. De los siete sacramentos, hay tres que “imprimen carácter”, es decir, que nunca se pueden “borrar” en quienes los reciben. Son algo indeleble, imborrable, para siempre: el Bautismo, la Confirmación y el Orden Sacerdotal. Es decir, los ordenados sacerdotes lo serán para siempre. Pueden ser dispensados del ejercicio del ministerio, pero siguen siendo sacerdotes u obispos, para siempre. Por eso, en caso grave de muerte y en ausencia de un sacerdote en ejercicio, podrían administrar su ministerio. Esta es la doctrina de la Iglesia desde siempre.

El papa, mostrando su comprensión y humanidad, su cercanía y sensibilidad, le ha concedido al citado obispo poder casarse por la Iglesia. Un gesto que honra a Francisco. Se ve cómo las cosas están cambiando en el catolicismo en gestos muy humanos. Como es el estilo del pontífice argentino. 

Hasta aquí todo muy comprensible. Pero falta la segunda parte, que es el sentido común de los cónyuges que, por lo que se ve, está muy lejano de ese buen sentido.

Debieran comprender los nuevos esposos que la discreción es una virtud fundamental que no debiera olvidar la pareja. Sobre todo teniendo en cuenta que la cultura de ambos es grande y el nuevo esposo tiene títulos eclesiásticos e incluso impartió clases. Por eso está muy fuera de lugar ese alarde del que han hecho gala tanto en Italia como en España.

Lo correcto en este caso es aislarse de su tierra de origen y evitar ese alarde tan reiterado con fotografías que recuerdan a dos adolescentes, con muestras de cariño y vestuario propio de otras circunstancias. Por mucho amor que digan profesarse, eso debe manifestarse en otro lugar y con otro estilo.

Muy triste el hecho y muy esperpéntico todo lo acontecido. Algo que el buen sentido y la cultura del esposo debieran haber evitado, emigrando fuera de la vorágine que provocaron en Solsona y en España entera. Porque el amor nunca debiera obnubilar el sentido común y la cordura. Las fotografías que han salido en todas partes revelan muy poco de este señor que otrora utilizaba la mitra, el báculo y el solideo.

Me pregunto, desde que comenzó este “affaire” ¿qué habrán visto los que le propusieron para la mitra y además tan joven? Su obispo, que le propuso, fue un condiscípulo de nuestro inolvidable Modesto Alonso Touza en la Gregoriana de Roma, Jaume Traserra i Cunillera. Nació el 11 de julio de 1934 y murió el 25 de enero de 2019. Y ordenado por el cardenal Ricard Maria Carles, fue Prelado de Solsona de 2001-2010 y auxiliar de Barcelona desde 1993 y 2001, así como sacerdote desde 1959. El tal obispo ahora casado era la mano derecha de Traserra, al que sucedió en Solsona. 

La actitud del papa fue muy humana, pero él no supo estar, no sabe estar a la altura de las circunstancias y debiera agradecer con su estilo de vida la resolución papal, algo que, por lo que se ve, ignora. Por bien de la Iglesia, esperemos que el asunto muera de una vez y el buen señor siga ejerciendo su carrera de ingeniero agrícola dedicado al sector porcino, que era su profesión antes de pasar a estudios eclesiásticos. Lamentable hecho que es de desear que nunca más se repita y que el tal marido y su esposa, escritora de publicaciones eróticas, cuiden discretamente a sus dos hijas gemelas y procuren, sería de desear, que tuviesen un destino y lugar más discreto.

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