Opinión

Carcas y progrès

Los humanos somos dados a etiquetar a las personas colocándolas según nuestro entender a veces equivocado. Opino que en todas partes hay gente buena y también alguno que otro (los menos) que desentonan. Meterse a clasificar a las personas es injusto e inhumano. Los cerrados de mente están condenados a la desazón, al olvido y la soledad. Atacar a los que piensan distinto es ingrato.

La filosofa Adela Cortina, quien en 2008 se convirtió en la primera mujer de la Real Academia de Ciencias morales y políticas y Doctorada con una tesis sobre "Dios en la filosofía trascendental kantiana", alertaba contra la desigualdad que, dice, "pone en peligro la democracia".

Leyendo su entrevista me confirmaba en el pensamiento que quisiera exponer hoy aqui. Dice: "Hay que juzgar las épocas en su contexto. Mis alumnos no soportan que los filósofos griegos den por buena la esclavitud, pero no es lo mismo el siglo IV antes de Cristo que el XXI. Cuando les digo que a lo largo de la historia ha habido un progreso moral me responden: “Ahora también hay esclavitud”. Cierto, pero cuando aparece es una noticia que sale en los periódicos porque ya no la toleramos".

Apunta al titulo de estas líneas cuando afirma: " tendemos a dividirlo todo de antemano entre carcas y progres, y eso hace imposible el diálogo. Sin diálogo no hay democracia". "Hay que universalizar los valores occidentales si son libertad, igualdad y solidaridad. Si son el economicismo y el pelotazo, mejor dejarlos donde están. Todo el mundo dice: “Los valores occidentales están en peligro”, y los que los estamos poniendo peligro somos nosotros. ¿Igualdad y solidaridad? ¿Dónde están? Los valores occidentales habría que empezar por universalizarlos en Occidente"

Bien creo que da en el clavo porque nunca se habló tanto de diálogo en el mundo y nunca más cerrazón ha habido con bloques enfrentados, culturas rivales, etnias encontradas y fundamentalismos por doquier.

Todo ello es fruto de esa clasificación a priori que hacemos de las gentes y los pueblos. Tendríamos que mirar antes a las personas que a las instituciones de cualquier tipo a las que pertenezcan. Nunca generalizar fue bueno porque destruye la convivencia y encrespa las relaciones sociales. Porque cada persona es un mundo condicionado por una y mil circunstancias que a veces nos llevan a posturas diferentes. Ya lo decía la moral clásica que disminuyen la gravedad de un acto infinidad de cosas que resumía en cuatro: la ignorancia, el miedo, la violencia y la concupiscencia.

Por eso dividir a las personas en buenos y malos, carcas fachas, ultras o progres nunca es correcto. Recuerdo un programa de TVE en el que aparecía Cristina Almeida y el entonces obispo de Cartagena-Murcia, Javier Azagra, recientemente fallecido. Con su genial desparpajo la abogada le preguntó al prelado si todos los Obispos eran así de simpáticos... Don Javier que era chispeante le respondió al punto: "Si los conocieses a lo mejor cambiabas de opinión porque quizás nos juzgas a priori y sin conocernos".

Acabo con una anécdota que viví hace muchos años. Acompañaba con mi buen párroco Jesús Pousa a una familia. Y, cuando las barbas y las melenas eran algo poco frecuente, la abuela nos suelta mirando a su nieto con el pelo largo y la barba muy notoria: "Miren a este que pinta tiene". Don Jesús se vuelve al joven y le pregunta."¿Tu que haces?". Al punto le respondió: "Estudio cuarto de económicas con muy buenas notas sin suspender nunca nada". El párroco se volvió a la anciana contundente: "Deje a su nieto que vaya como quiera porque debajo de ese pelo ya ve que hay mucho bueno". Esa es la idea que debiera movernos.

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