Opinión

Entre el castigo y la ideología

Ante la actual situación política ya son varios los que han levantado la voz para advertir de un riesgo cuyas consecuencias son imprevisibles. Se habla del voto de castigo a la situación actual. Alguien en un diario de tirada nacional afirmaba: "Podemos logra captar un voto de castigo, pero no ideológico". En suma, se llegaría, por ese principio, a una clase política que estaría muy lejos de responder a la realidad del país. Es aquello del célebre "sindicato de cabreados", ante un malestar general.

Contemplamos como va el río revuelto y como los pescadores del castigo aprovechan para una pesca generosa que les coloque en un lugar que para nada responde a la ideología del país. La realidad es muy grave, porque en las grandes formaciones y también en los sindicatos existe una manifiesta división que perjudica en primer lugar al grupo pero también a la nación. Nunca la división acarreó nada bueno, y por algo sigue siendo cierto para esos pescadores de aguas agitadas el "divide y vencerás", cuando en realidad lo que debiera existir es la unión para dar fuerza en tiempos de crisis.

Uno queda perplejo ante las encuestas sobre todos y cada uno de los partidos con sus lideres incluidos. Estamos esperando en qué queda Grecia y si se rompe esa unión que debiera guiar al crecimiento en Europa. Ya hemos visto los portazos que de momento han recibido los griegos porque una cosa es hablar y otra bien distinta dar trigo y tener que pagar lo que se debe. Los compromisos adquiridos hay que cumplirlos y para ello los helenos necesitan muchísima imaginación y veremos si llegan a ella, ya que el resto de Europa está muy lejos de esa labor que es la de condonar deudas contraídas. La ley del mal menor sigue existiendo y, lamentando las restricciones, los recortes y demás estrecheces, es obvio que en sano criterio hay que optar por el pan para mañana aunque hoy, desgraciadamente, tampoco sobre. Aquello del cinturón apretado es la asignatura que estamos cursando todos los europeos con desigual acierto y, desde luego, Grecia aún sigue siendo una incógnita.

Están claras las diferencias de España con los griegos. Hay realidades que vislumbran una solución poco a poco y así la Unión Europea ha colocado a nuestro país en primer lugar con un crecimiento superior al que pronosticaba hace tiempo el gobierno. Un enfermedad de la que parece se ve el final pese a los dolorosos costes que estamos sufriendo todos sin excepción. Reconocerlo es de justicia.

Falta el paro, que sigue siendo la asignatura durísima que está creando hambre en muchos rincones. Este debiera ser el punto básico de todos y cada uno de los programas electorales de forma muy concreta, para que el pueblo pueda captarlo de forma clara. Mal quedaría que mirando para otra parte obviásemos los electores esto fundamental, sería volver a la frase del castigo prescindiendo de la ideología. Porque es muy triste ver como tantos negocios cierran, tantas familias pasan a la miseria vendiendo incluso sus viviendas. Por eso en los comicios que se avecinan antes que mirar al castigo hay que observar los planes reales de futuro. El pataleo puede ser solución momentánea, pero de nada valdrá sin atajar la corrupción, encaminar la vida laboral, estructurar instituciones inservibles que den paso a la eficacia y a la creación de empleo y bienestar que es en definitiva de lo que se trata.

Lo demás, todo aquello que margine la ideología, las ideas serias y los contenidos sólidos, será pan y felicidad para hoy pero todavía más hambre para mañana, lo cual supondría más de lo mismo y un empezar de nuevo y por vidriosos caminos que a nada bueno conducen. En suma llevaría a esperar a un Godot que nunca va a llegar por ese camino.

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