Opinión

Representar la fe del pueblo

La Patrona de España es la Inmaculada Concepción que, de momento, aún se celebra en todo el país. Y el copatrón es el Apóstol Santiago de cuyos restos somos los gallegos custodios.

Serios estudios avalan la presencia del Hijo del Zebedeo en Compostela y parece claro que al menos muerto llegó a nuestras tierras. San Pablo vino a Tarragona.

La Iglesia gallega y muy en concreto los arzobispos y la basílica de la capital de Galicia, han llevado a cabo a lo largo de los siglos una predicación en la que Santiago ha estado muy presente. Pero a eso se une el sentido de la fe, el instinto espiritual que ha visto siempre el sepulcro del Apóstol como centro incluso de gran parte de Europa. De hecho el continente en gran parte le debe su configuración a esta creencia del pueblo fiel. Es, así, el Camino de Santiago ese sendero por el que han caminado plebeyos y reyes e incluso personas sin fe hasta, visto el Monte do Gozo y vigilados por el Pico Sacro, postrarse , pasada Lavacolla, a los pies del secular sepulcro.

Y de ese Camino ha vivido España entera en todas las facetas de su cultura. Una senda plagada de templos románicos y góticos que reflejan el paso de miles de fieles que en su caminar acrecentaron su fe, curtieron su espíritu y crearon comunidad.

Es un pueblo milenario el que se ha congregado y sigue congregándose mimado con todo cariño sobre todo por el Cabildo y los Pastores de la iglesia compostelana que incluso habilitó la capilla de la Corticela como templo de cuantos recorren el camino.

Olvidar estos hechos supone, cuando menos una gran obnubilación, desconocimiento de la historia y falta de respeto para cuantos con sacrificio por tierra, mar y aire se acercaron y acercan a Santiago. También esto es memoria histórica que, desconocerla revela gran incultura y falta de sentido histórico.

A Santiago han llegado personajes de gran relieve desde la Edad Media sin olvidar a la Reina Santa Isabel de Portugal. Todos en un recorrido que supone sacrificio y mucha fe. Olvidarlo sería, como decimos, de suma gravedad. Son incontables os pueblos y ciudades de España y América que llevan su nombre.

Por eso uno se pregunta: ¿qué sería de Compostela sin su vinculación al Apóstol? Sinceramente nada y un pueblo olvidado como tantos en el anonimato de nuestro suelo. Y por lo mismo nos seguimos preguntando si olvidar esto cuando menos es correctamente cultura y respeto al pueblo. Cuando los gobernantes son elegidos lo son para todo el pueblo y también para quienes votaron otras opciones pero tienen la grave responsabilidad de representar a todos como en su día afirmó Julio Anguita ante la fiesta del Corpus en Córdoba siendo alcalde de la ciudad de la Mezquita.

¿Me van entendiendo? Pues eso. Que el Santo adalid, como canta su himno, proteja a esta nación de la que es copatrón, ¡que falta le hace!. A la nación y a su gobernares y que, con su patrocinio se conserve la fe en los pueblos hispánicos como pedimos en la oración de la misa.

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