Opinión

Representar al pueblo

Tras las elecciones del 24-M he tenido muy presente a Julio Anguita que posee un cúmulo de virtudes que creo debieran observar muchos de nuestros políticos actuales. La coherencia y sobre todo la talla política y el sentido que posee de representar al pueblo. Siendo alcalde de Córdoba, por el Partido Comunista, dio múltiples ejemplos.

Como cuando le preguntaron por qué asistía a las procesiones católicas con todo respeto teniendo en cuenta su ideología. Dijo que quería estar junto a su pueblo ya que había sido elegido para ello.

Los elegidos, una vez tomada posesión de su cargo, están para gobernar y servir a todos. Triste sería que sólo lo hiciesen para los de su partido o con los que le votaron. Lo son para todos. Hay una diferencia en el lenguaje que tal vez ha creado confusión desde aquella intervención en los Jerónimos de Madrid hace cerca de cuarenta años. Lejos de ser "de todos" su misión es "para todos". Olvidar y confundir estos términos trae como consecuencia algunas de las posturas actuales.

Y si lo son "para todos", en buena lógica deben prescindir de sus gustos para compartir su gobierno teniendo en cuenta los que piensan distinto pero a quienes también deben regir.

Parece poco coherente negarse a cumplir tradiciones populares en las que se congrega también ese pueblo, el que le votó y el que votó en otro sentido. El alcalde, el rey, el presidente del gobierno o cualquier cargo deben tenerlo muy presente. Lo contrario es caer en la corrupción tan vituperada y que favorece y da prebendas como gratitud por el color de la papeleta depositada en las urnas. Es la Justicia la que debe velar, y de hecho está velando, para que esto se cumpla evitando favoritismos y nepotismo de otra época.

Por otra parte hay tradiciones tan ancestrales que obviarlas, marginarlas y pasar de ellas supone, según mi opinión, un grave error que tal vez paguen en futuros comicios. Todo porque supone un desprecio para una notable parte del pueblo.

Además y al margen de la fe ¿qué sería económicamente de Compostela si de un plumazo se suprimiese la basílica y todo lo que ella significa? Un cargo elegido debe saber que una cosa es su vida personal, incluidas sus creencias, y otra bien distinta el cargo representativo para el que fue elegido. Una cosa es la vida privada y otra distinta el comportamiento que como autoridad debe adoptar cara al pueblo.

Tanto lo acontecido en Lugo en la Octava del Corpus como en Santiago el Día del Apostol son dos hechos que debieran hacer pensar a quienes, tal vez por un alarde fuera de lugar, han sido tristemente protagonistas. Si este es el progreso y la laicidad habría que pensarlo. Sin duda se sigue confundiendo laicismo con laicidad. Aquel es nefasto, ésta es beneficiosa para todos si se interpreta adecuadamente.

Porque al olvidar la historia de un pueblo se cae en el peligro de traicionarlo.

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