Opinión

Saber discrepar

La categoría de una persona también se mide por su estilo a la hora de discrepar. No todos saben practicar el hermoso arte de la discrepancia. Y es así como, rayando en la mala educación, en la desfachatez e incluso grosería, faltan al más elemental respeto. Existen casos clamorosos por lo que acabo de señalar. El problema es el cómo y el cuándo se debe discrepar. Los cauces son bien claros y en ello radica el concepto de consejo. Porque algunos, lejos de aconsejar, atacan sin tener en cuenta que las medidas de quien manda han sido pensadas, consultadas y valoradas. Algunos atacan porque quien las toma es de otra línea o creen que va en contra del amigo. ¿Se busca el bien común o los intereses y defensa de quien es de mi "cuerda"? Esta es la cuestión sin utilizar subterfugios. Quien presta el servicio de mandar debe estar al tanto, conocer y escuchar diversas opiniones que incluso pueden ser contrarias.

En este día entrañable para mí al celebrar la fiesta de Don Bosco, me gustaría recoger dos episodios de su vida. Ambos casos de Don Bosco pueden ilustrar mi tema de hoy. El primero, a raíz del problema de la unificación italiana. Se sabía que el santo de Turín tenía una idea diferente a la del papa Pío IX. Fue a exponer, en privado, su postura al pontífice sin conseguir convencerlo. Y al salir a la plaza los que le esperaban oyeron de Don Bosco las tesis del papa. Expuso su opinión en privado y luego, descargada su conciencia, defendió totalmente al sucesor de Pedro.

En otra ocasión, enterado en Roma de que el arzobispo Lorenzo Gastaldi intentaba promover un proceso contra él, envió una larga exposición de hechos a la Congregación de Cardenales en la que afirmaba: "Hace más de diez años que el que suscribe y la Congregación Salesiana sufren vejaciones graves por parte del obispo de Turín. Las hemos tolerado en silencio. Los tiempos son difíciles para la Iglesia y yo no quería molestar a la Congregación y su supremo juicio. Me dolía también reclamar contra una persona a quien siempre he profesado estima y veneración. Y habríamos continuado soportando en silencio; pero últimamente el arzobispo se ha dirigido a la Sagrada Congregación del Concilio y ha publicado cosas infamantes para mi y la Pía Sociedad Salesiana..."

León XIII lo leyó con sorpresa y la Congregación pretendió resolver en contra del obispo. Pero el papa opinó, para el bien de la Iglesia, que las cosas se resolvieran de otro modo: "Don Bosco escribirá una carta a mons. Gastaldi expresándole su desagrado por los incidentes que en los últimos años han alterado sus relaciones y causado pena al corazón del arzobispo. Si monseñor Gastaldi ha podido creer que él o algún miembro del Instituto ha sido la causa, don Bosco pedirá perdón y rogará al arzobispo que olvide el pasado”.

Fue un acto heroico de humildad. Don Bosco pidió disculpas obedeciendo al papa por algo que ni había cometido. Así son los hombres grandes.

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