Líderes en muchas cosas. Líderes en paro. Líderes también en ediciones de Gran Hermano. Líderes en programas como Sálvame o Sálvame de luxe. O Mira quien baila y mira quien mira. O Dec. Líderes en trajes. Pagados y sin pagar. Líderes en políticos ejemplares. Líderes en presidentes de Comunidades autónomas con una cuenta de mileurista en el banco. Líderes en ministros que fueron presidentes de nueve provincias al sur con una destreza especial para otorgarle subrenciones millonarias a la niña. Líderes en folclóricas, algunas muertas, otras muertas en vida, otras vivas pero muertas y otras procesadas junto a su ex novio y la ex mujer de su ex novio. Líderes en tolerancia, en talante y en buen rollo.
Esta España mía, esta España nuestra. Fútbol todos los días de la semana, como antaño. Y toros, salvo que haya temporal. Y flamenco, aunque lo haya.
Líderes en reuniones a las que unos y otros van convencidos que no van a servir para nada. Líderes a la hora de sacarle los ojos al vecino cuando ha llegado tu momento.
Líderes también en deporte. En tenis. Y en automovilismo. Y en baloncesto. Y en fútbol sala. Y en ciclismo. Y en paellas, fabada, callos, cocidos y grelos. Y ahora también hasta en fútbol.
Líderes a la hora de innovar. De elegir para Eurovisión al tipo que más grosero se muestra sobre un escenario. Y de amagar pero no dar. Y de dejar en el camino a una sesentona que sólo quería pasárselo bien con su nueva pandi televisiva. En fin, siempre nos quedará Uribarri.
Sólo hay dos cosas en la que esta España nuestra ha sido la última, en advertir la pedazo de crisis que se venía encima y en los Juegos Olímpicos de Vancouver. En estas dos cuestiones sí que hemos sido una calamidad.
