Opinión

Alemania no tira y la eurozona se para

Sea o no cierto, como sostiene Emmanuel Todd, que “el protestantismo, que en gran medida hizo económicamente fuerte a Occidente, ha muerto”, Europa tiene un problema. Seguramente un problema interno, el más grave, pero también alimentado desde fuera, de manera especial por Rusia, en términos bélicos y religiosos, y por China, con sus poderosas armas económicas y una estrategia de Estado.

Un caso práctico. Hace cinco años China era un gran comprador de coches alemanes que apenas producía vehículos eléctricos. Hoy, China exporta coches eléctricos a Alemania, que se ha quedado atrás. El motor de la economía europea está medio parado, lo cual es toda una amenaza para el futuro de sus socios, entre ellos España.

En este apasionante debate geopolítico hay quien dice que, en realidad, China está medio hundida por su gigantesca crisis inmobiliaria, lo cual es verdad, pero también lo es que China tiene otros dos grandes frentes emergentes: la producción de nuevas energías (eólica, solar, etcétera) y de automóviles eléctricos. Solo EE UU es capaz de plantarle cara en la nueva economía de la digitalización y la inteligencia artificial. El pulso económico de Europa está marcado por el ritmo de Alemania, ahora rezagada.

Los cinco principales institutos de investigación económica de Alemania, incluido el prestigioso Ifo, han revisado a la baja sus pronósticos para 2024. Si apenas hace medio año esperaban un crecimiento del 1,3%, ahora lo reducen drásticamente a un magro 0,1%. Esta desaceleración se suma a la contracción del 0,3% registrada en el último trimestre de 2023, un panorama que el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, calificó de “dramáticamente malo”. Ante esta situación, los próximos meses serán cruciales para determinar si Alemania logra salir de la recesión.

La imagen que se observa en Alemania es preocupante. Desde tractoradas masivas de agricultores en Berlín hasta aeropuertos desiertos en Fráncfort y Hamburgo, pasando por estaciones de tren vacías en Múnich, el país afronta una combinación de demandas sindicales y estancamiento económico. Una situación que comienza a afectar a toda Europa, dada la importancia económica de Alemania en la eurozona.

La dependencia de la eurozona de la economía alemana se traduce en un menor crecimiento en otros países, como Francia e Italia. Las previsiones económicas de instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) reflejan esta interconexión, proyectando un modesto crecimiento para la eurozona en su conjunto.

El estancamiento económico alemán se atribuye a una combinación de factores, incluida la inflación, la pérdida de poder adquisitivo, la transición energética y la débil demanda externa. Esta situación ha llevado a una falta de inversión empresarial y una disminución de la competitividad de Alemania como lugar para hacer negocios.

El impacto de la desaceleración alemana se extiende más allá de sus fronteras, pero en medio de esta desafiante situación, hay oportunidades para el cambio. La adaptación de Alemania a un nuevo modelo económico podría abrir nuevas posibilidades de inversión y crecimiento en el futuro. Además, se requieren reformas a nivel federal y de la Unión Europea para mejorar la productividad y fomentar un crecimiento sostenible. 

@J_L_Gomez

Te puede interesar