Opinión

Hacia un aterrizaje suave de la economía

A nivel mundial, la economía desafía las predicciones más pesimistas. Aunque el crecimiento se ha desacelerado entre las grandes potencias, la fortaleza de los mercados laborales y la reducción de niveles de deuda han permitido a hogares y empresas resistir la abrupta subida de los tipos de interés. Sin embargo, la desaceleración de China está afectando a la Unión Europea, especialmente a su motor, Alemania.

A pesar de la incertidumbre global, el Fondo Monetario Internacional y numerosos analistas pronostican un aterrizaje suave en 2024 tanto para EE UU como para Europa. La resiliencia mejorada desde la Gran Recesión, la refinanciación de deudas y la inercia de los impulsos fiscales de la pandemia contribuyen a esta perspectiva positiva. De hecho, la economía global, tras una ralentización, ha demostrado ser más resiliente de lo pronosticado frente a la elevación de los tipos. Este fenómeno, particularmente notorio en Europa y EE UU, desafía las expectativas sombrías y proporciona una perspectiva más optimista de lo previsto.

Pero no todo es bonanza, ya que persisten desafíos inaplazables. La competencia geopolítica y económica, la moderación de la inflación, los conflictos marítimos y la necesidad de reequilibrar las cuentas tras años de apoyo público plantean interrogantes sobre la sostenibilidad de la recuperación. A su vez, la urgencia de la descarbonización requiere inversiones sustanciales, tanto públicas como privadas, mientras que la disparidad en los ritmos de actividad y la necesidad de aumentar la productividad demandan un rediseño de las políticas públicas.

Europa y EE UU afrontan el desafío de mantener un aterrizaje suave en un panorama económico mundial incierto, con dos guerras como telón de fondo. La resiliencia demostrada hasta ahora se encuentra a prueba frente a retos inaplazables, algunos incluso humanitarios, como en Gaza y Ucrania.

A medida que las elecciones se avecinan en numerosos países, el curso económico global permanece sujeto a la capacidad de adaptación y la toma de decisiones audaces de los líderes mundiales. En EE UU, digan lo que digan los consumidores estadounidenses sobre el estado de la economía, gastan como si sus finanzas estuvieran en buena forma, observa Paul Krugman, premio Nobel de Economía, desde las páginas de The New York Times. Los indicadores acreditan que EE UU es una nación en vías de recuperación, en la que Krugman espera “no perder nuestra democracia antes de que la gente se dé cuenta de ello”.

En el caso europeo, la incompatibilidad entre las culturas políticas, económicas e industriales de los países miembros se manifiesta en defectos difíciles de subsanar para el euro, que aun así resiste. La política industrial de la Unión Europea, plasmada en el llamado green deal industrial, se desarrolla sin un respaldo sustancial, que da lugar a una distribución desigual de ayudas estatales, donde Alemania acumula el doble que otros países como España.

La competencia fiscal entre los países miembros, evidente en la agresiva política tributaria de algunos como Países Bajos o Luxemburgo –también Irlanda a su manera –, plantea otro desafío adicional al mercado único. La falta de convergencia y cohesión, especialmente en los países del sur, también es un reto pendiente. EE UU tiene problemas, pero al menos goza de cohesión, lo cual da alas al dólar.

@J_L_Gomez

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