Opinión

La defensa condiciona la economía

Sede principal del Banco Europeo de Inversiones, en Luxemburgo.
photo_camera Sede principal del Banco Europeo de Inversiones, en Luxemburgo.
Si bien las reiteradas referencias a una posible guerra con Rusia no se traducen en una nueva crisis generalizada, lo cierto es que Europa afronta un cambio de fondo importante para financiar su defensa.

Europa se encuentra en una encrucijada histórica. Si bien las tensiones con Rusia no han desembocado en una crisis generalizada, las alarmantes referencias a una posible guerra han puesto de relieve la urgente necesidad de fortalecer la defensa en el continente. Ante la falta de alternativas viables en los estados miembros, la mutualización de la deuda emerge como una solución pragmática y necesaria para financiar estos desafíos.

El cambio de paradigma en la financiación de la defensa europea es innegable. Con las restricciones presupuestarias y la renuncia a aumentar la deuda pública a nivel individual, la mutualización se presenta como la opción más viable para garantizar la capacidad de respuesta ante las amenazas externas. De hecho es lo que está sobre la mesa. Además, el respaldo del Banco Europeo de Inversiones (BEI), mediante una reorientación de sus inversiones hacia empresas europeas de defensa, podría ser la guinda del pastel.

Se trata de un cambio que los 27 abordan con cautela al considerar las implicaciones políticas y económicas que conlleva. La mutualización de la deuda no solo requiere un compromiso firme por parte de los estados miembros, sino también una coordinación efectiva para garantizar la transparencia y la eficiencia en el uso de los recursos. Por otro lado, la cooperación europea en materia de defensa no debe limitarse únicamente a la financiación, sino que requiere la colaboración entre los diferentes ejércitos nacionales. Solo así se podrá garantizar una defensa efectiva y cohesionada frente a las amenazas actuales y futuras.

En el complejo escenario político y económico que atraviesa Europa, los líderes de los 27 países miembros se encuentran ante un dilema sin precedentes. Por un lado, las presiones internas y el auge de la ultraderecha impiden la implementación de recortes sociales o aumentos de impuestos a nivel individual, temiendo avivar el descontento social. Por otro lado, las restricciones del Pacto de Estabilidad limitan la capacidad de aumentar la deuda pública, mientras que el rechazo a incrementar las contribuciones al presupuesto común deja pocas opciones para afrontar los nuevos desafíos, especialmente en materia de defensa.

En este contexto, la propuesta de mutualizar la deuda surge como una alternativa viable para financiar los retos en materia de seguridad y defensa, particularmente frente a la amenaza que representa Rusia en Ucrania. La cooperación europea en este ámbito no solo es crucial para garantizar la estabilidad en la región, sino también para impulsar la recuperación económica, especialmente en países como Alemania, considerado el motor económico de la Unión Europea.

En el ámbito doméstico, España también enfrenta un panorama económico mixto. Si bien el regulador ha mejorado las previsiones de crecimiento para este año, con un aumento del 1,9%, existen preocupaciones sobre la sostenibilidad de este crecimiento a largo plazo. La caída de la inversión y la baja productividad son señales de alerta que no pueden pasarse por alto. Aunque el inicio de año ha traído consigo buenas vibraciones económicas, es fundamental que las instituciones mantengan una visión realista. El objetivo es abordar los desafíos estructurales que afectan a la economía española mediante políticas que impulsen la inversión y mejoren la productividad a largo plazo.

@J_L_Gomez

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