Opinión

Imaz tiene muchos humos, como Repsol

La amenaza de Repsol, la gigante energética española, de trasladar sus futuras inversiones a Portugal reaviva el debate sobre las políticas fiscales y regulatorias. Pero no solo. El consejero delegado de la compañía, Josu Jon Imaz, dejó claro, durante la presentación de los resultados del tercer trimestre, que la continua aplicación de un impuesto extraordinario a las energéticas podría tener consecuencias devastadoras para el futuro industrial de su empresa en España. Se ve que Imaz tiene muchos humos, como Repsol.

Es más. Imaz no escatimó palabras al calificar el impuesto como “ilegal, inconstitucional y discriminatorio”, lo cual anticipa una lucha de Repsol en los tribunales para revertir la medida. Con tantos humos, Imaz quemó una última bala para advertir de que, si no tiene éxito, exploraría opciones fuera de España, de ahí que señalase Portugal como una posible alternativa, “más atractiva en términos fiscales y regulatorios”.

A pesar de presentar un sólido rendimiento en los primeros nueve meses del año, con ganancias que alcanzaron los 2.785 millones de euros, Repsol expresó su descontento con las políticas fiscales y alegó que el impuesto propuesto castiga injustamente a empresas como la suya que tanto contribuyen al tejido industrial y al empleo del país. Se le olvidó un pequeño detalle: todo lo que Repsol contamina.

Con la central de Endesa en As Pontes y la planta de Naturgy en Cerceda fuera de juego, Repsol es ahora la gran protagonista de las emisiones de gases con efecto invernadero que se trasladan a la atmósfera en Galicia, procedentes de su refinería en A Coruña. Es más, su contaminación directa y el riesgo de accidente para la población constituyen un peligro masivo, ya que la planta de Repsol está literalmente pegada a la ciudad de A Coruña. Es toda una amenaza ecológica para el área metropolitana coruñesa y, en especial, la capital. Cuentan que el exalcalde de A Coruña Francisco Vázquez definía la refinería como “la bomba controlada” adosada a la ciudad.

El equilibrio entre la generación de ingresos fiscales y la promoción del crecimiento empresarial debe ser una prioridad para garantizar la sostenibilidad a largo plazo del entorno empresarial en España. Pero a Repsol tampoco le debe ir tan mal cuando acaba de anunciar un aumento en la retribución al accionista, lo que subraya su compromiso continuo con la generación de valor para sus inversores, muchos de ellos catalanes y vascos, de ahí que no sea casual que su presidente sea el catalán Antonio Brufau y su consejero delegado, el vasco Josu Jon Imaz, en su día líder del PNV. Tampoco es casual que Euskadi mantenga Petronor y acapare las inversiones tecnológicas más avanzadas de Repsol, mientras A Coruña se quedó sin Petrolíber y ahora es una mera sucursal, líder en contaminación.

A Coruña ha padecido, por culpa de la compañía que lidera Imaz, algunas de las mayores tragedias petrolíferas de la historia y encima de sufrir sus malos humos ha defendido la construcción de un puerto exterior que si beneficia a alguien es, paradójicamente, a Repsol, con el agravante para la ciudad de que mal podrá volver a pedir una infraestructura de esa dimensión presupuestaria en muchos años. No satisfecha con ello, Repsol todavía reclamó una indemnización por abandonar su concesión en el puerto interior, camino de la nueva dársena exterior. 

@J_L_Gomez

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