Opinión

La productividad y el empleo, prioridades

Al nuevo ministro de Economía no le faltará trabajo. España sigue teniendo problemas estructurales, pero también se le presentan oportunidades en este año de tantas guerras y elecciones en medio mundo.

España no solo afronta desafíos económicos globales, sino que también se encuentra en un momento crucial para tomar decisiones domésticas. La consolidación fiscal –ojo con el gasto público– y las reformas estructurales seguirán yendo de la mano.

En un año donde la desaceleración global está convirtiéndose en la norma, España emerge como un actor resiliente, pero no inmune a los vientos económicos desfavorables. Para los investigadores del instituto Elcano, la necesidad de iniciar una senda de consolidación fiscal se perfila como una prioridad: vamos, que habrá menos alegrías, aunque los fondos Next Generation EU ofrecen una oportunidad para equilibrar la disciplina fiscal.

Para los investigadores del instituto Elcano, la necesidad de iniciar una senda de consolidación fiscal se perfila como una prioridad

La brecha de renta per cápita con la eurozona, aunque en declive, exige reformas para no solo frenar esta disparidad, sino también para potenciar la productividad y el empleo. Y en un contexto de envejecimiento, estas reformas deben ser diseñadas de manera estratégica para estimular el crecimiento sostenible y equitativo. Al nuevo ministro de Economía, Carlos Cuerpo, no le faltará trabajo.

En el ámbito digital e innovador, España tiene, por ejemplo, la oportunidad de consolidar su liderazgo europeo. El desarrollo de la infraestructura de nube de datos se erige como un pilar fundamental, respaldado por esfuerzos para acelerar las habilidades digitales de la población. Por eso mismo, la mejora en la investigación y su comercialización se presenta como un terreno fértil para la competitividad.

Fuera también hace mal tiempo. El panorama internacional sigue marcado por dos guerras de gran impacto: Ucrania y Gaza. Estos conflictos, junto con las tensiones entre Occidente y el llamado sur global, han creado un contexto geopolítico complejo, donde la seguridad económica ha emergido como un factor crucial. Hoy puede pasar cualquier cosa en cualquier momento. Lo saben bien los accionistas del Santander, pendientes de una posible demanda colectiva en EE UU por una cuenta vinculada a Irán. Tras unos magníficos resultados, sus acciones subían como la espuma y de repente se vinieron abajo.

El panorama internacional sigue marcado por dos guerras de gran impacto: Ucrania y Gaza.

De puertas adentro, el contexto político ensombrece casi todo: le ha pasado incluso a la presidencia semestral del Consejo de la UE, destacada fuera, pero descafeinada en casa. Ahora la atención se centra en los eventos bélicos en curso y los procesos electorales clave en muchos países, así como en la propia UE. También en Galicia –toca votar el 18-F–, Euskadi y probablemente Cataluña.

En el exterior, desde la pandemia se observa una suerte de (re)globalización, a pesar de los conflictos en Ucrania y Gaza y la escalada de precios. Pero si aquí hay problemas, la situación es mucho peor en el sur global, donde los indicadores de desarrollo humano se deterioran y ponen en peligro los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En el fondo, en España persisten desafíos estructurales, desde el cambio climático hasta la innovación y la seguridad.

España, tras el impacto del coronavirus y la recuperación del turismo, tendrá que abordar los desafíos del cambio climático y la competencia geopolítica, a lo que no son ajenas las protestas que están viéndose en el campo. En el fondo, en España persisten desafíos estructurales, desde el cambio climático hasta la innovación y la seguridad.

En lo que queda de 2024, que es mucho, habrá que estar atentos a los conflictos intensificados y las restricciones comerciales, las tensiones inflacionarias y confiar en nuevos acuerdos en comercio y tecnología. @J_L_Gomez

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