Opinión

La verde Galicia

Hoy, día 11, veo un sol brillante a las nueve de la mañana. Ese sol tan hermoso distante del planetaTierra a muchos millones de kilómetros. Es ese sol esquivo, huraño, que nos abandonó durante cuatro meses para dejar paso a una lluvia pertinaz propia para sacar de paseo el paraguas -¡afilador y paragüero!- que popularizó a los trotamundos de Nogueira de Ramuín afilando cuchilllos, navajas, tijeras o arreglando paraguas al ritmo de la rueda.

Me encanta el verde de Galicia con sus idílicos senderos preñado de hermosos parajes de entre los cuales no puedo olvidar el pequeño lugar de O Gueral, próximo a Graíces, lugar de mi nacimiento. De O Gueral es una chica joven llamada Marta, que como una musa me sugirió que escribiera algo sobre Galicia y particularmente de Ourense, vergel esplendoroso de panorámicas. Galicia es así, antagónica de contrastes en una Galicia "verde", todavía sin madurar. Verdes son también las ortigas y los tojos quizás como un símbolo de que no todo va bien en nuestra amada Galicia. Pero como antes decía, en nuestra hermosa Galicia y aunque sea una mezcla de conceptos, tal vez la naturaleza no sea la culpable de las noticias que nos ofrecen los medios de comunicación tales como estas:

"Según información de Cáritas en Galicia, hay 465.000 personas en el umbral de la pobreza". Por otra parte, ilustrado con una fotografía: "La pobreza hace que aumente la demanda de comida en Ourense", en la que se ve bastante público en la puerta de la parroquia de los Franciscanos en el Parque de San Lázaro. Marta, mi musa, fracasó como pitonisa, como adivinadora. Por mucho que esté enamorada del terruño no puede evitar los versos del poeta anónimo: "Ourense/ meu Ourense/ cando habrás de cambiar./ Ogallá sexa moi pronto/ estou farto de chorar".

No olvidemos que Galicia es como una flor inmarcesible a pesar del meigallo dañino que pulula a nuestro alrededor porque haberlas hailas. Por eso, en cualquier caso, ya lo dijo Marta: ¡Meigas fora! ¡Meigas fora!

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