Opinión

Ceremonia lapidada

El acto de colocación de la primera piedra del nuevo edificio de la Tesorería de la Seguridad Social en el viejo inmueble de la Metalúrgica, en Vigo, se desarrolló en medio de una tensión protagonizada por los políticos presentes. Tensión debida a que unos querían participar en la ceremonia mientras otros estaban en ello.

Las diferencias surgen porque unos eran de un color político y los demás de otro. No obstante, pensamos que esta estrambótica escena podría haberse obviado si se hubiese obrado con un poco más de tacto a la hora de organizar dicho acto.

La colocación de una primera piedra responde a una ceremonia protocolaria perfectamente definida y que debería conocer cualquier profesional del protocolo. Esquemáticamente hay que firmar en un pergamino, depositar algún ejemplar de periódico del día que haga alusión a este evento junto a unas cuantas monedas fraccionarias. Todo ello se guarda en un recipiente que herméticamente cerrado se entierra en la arqueta que luego será sellada y sobre la que las autoridades van echando las “paletadas” -que así se llaman- de cemento. En dicho pergamino lo habitual es que firmen las personalidades que participan en ese acto.

Y por eso decimos que este acto se llevó a cabo en un ambiente un tanto exabrupto. Habría que haber “negociado” la praxis del mismo y dar la oportunidad a que intervinieran los representantes institucionales allí presentes. El protocolo no puede estar al servicio de la clase política, pues responde a un ceremonial perfectamente reglado. Y precisamente uno de los objetivos del protocolo es conseguir orden y armonización.

Así pues, esta ceremonia de la primera piedra acabó “lapidada” por las pedradas en forma de gestos que allí se vivieron entre las ministras y los representantes del Concello de Vigo y de la Diputación de Pontevedra.

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