Opinión

Debate consistorial

La celebración de una sesión plenaria por parte de una Corporación es un acto revestido de máxima sobriedad y también solemnidad, por lo que aquellas personas que forman parte de la misma tienen que actuar y comportarse conformes a las pautas requeridas para quienes ostentan una representación pública. 

Lo que pasa es que lamentablemente no sucede así y sólo es necesario remitirse a la propia actualidad que se genera en los medios de comunicación y que pone de manifiesto situaciones deplorables en el marco de una institución. Y como ejemplo cercano, tenemos las sesiones que se celebran en el Consistorio ourensano, y más en concreto la celebrada la pasada semana, donde han vuelto a las andadas, aunque mejor cabe decir a las “andanadas”.

Nuevamente el espacio municipal de la Plaza Mayor fue escenario de intervenciones fuera de tono durante el debate consistorial, pues en el fragor de la discusión se han vuelto a proferir insultos o comparaciones vejatorias. Obviamente, estas digresiones verbales están contempladas, esto es, no están permitidas, en el Reglamento del Pleno, donde se llama al orden por parte del alcalde cuando un edil pronuncia “palabras ofensivas o desconsideradas o frases atentatorias al prestigio”.

En esta ocasión, se utilizaron vocablos como chulo, cadáver político veleta, Judas -con licencia bíblica por el parangón-… Ello obligó al rector municipal a que llamase al orden, antes de que el orden se convirtiese en caos dialéctico. En cualquier caso, como bien subrayó el portavoz socialista, todo forma parte del “show mediático”. Porque es evidente que si a los plenos no asistiesen los medios de comunicación, todo este postureo desaparecería. Muchas veces, en este tipo de sesiones públicas, nuestros representantes públicos sobreactúan. Y sólo basta con echar una ojeada a nuestro ilustre foro del Congreso de los Diputados.

Por cierto, hay que recordar que el origen del Consistorio era el Consejo que tenían los emperadores romanos para tratar los negocios más importantes. Salomón dice en sus proverbios: “Hay quien con sus palabras inconsideradas hiere como una espada; mas la lengua de los sabios cura las heridas”. Conclusión, se precisa más sapiencia entre la clase política.

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