Opinión

Debate y oratoria parlamentaria

Ourense acogió recientemente un Campeonato de Debate Parlamentario Británico de ámbito nacional, lo que permitió contemplar a un selecto grupo de jóvenes oradores, la créme de la créme, y entre ellos nuestra paisana Aida González, campeona mundial en español en 2016 y actualmente reconocida como la mejor oradora del ranking individual.

Es oportuno subrayar que el debate parlamentario británico es una disciplina académica con cerca de cien años de desarrollo y ejercicio en las principales universidades del mundo. De hecho, el Parlamento británico dispone de un “manual” para uso de sus miembros, que data del siglo XVI y ya regula el tono en los debates.

Otra referencia de que la oratoria está en boga ha sido la sesión regional del Parlamento Europeo de la Juventud (European Youth Parliament, EYP), una iniciativa de debate en la que participaron alumnos de 4ª de ESO y 1º de Bachillerato de seis centros de la comunidad autónoma y que se celebró en la Cámara autonómica en febrero pasado. Aquí, aprovechando la oportunidad, el presidente de la misma, Miguel Ángel Santalices, afirmó que este tipo de iniciativas ponen de manifiesto la preocupación de la sociedad por recuperar la calidad de la oratoria y apelaba a la responsabilidad de todos los parlamentarios para “recuperar o prestixio da institución lexislativa”, subrayando que el parlamentarismo actual implica “unha certa escenificación”, y que no puede conllevar faltas de educación y de respeto ni atentar contra el decoro parlamentario.

Prueba de la importancia de la oratoria, por ejemplo, ha sido la puesta en marcha de la Escuela de Oratoria adscrita al Seminario Menor, justificada por su director técnico, Lois Babarro, en que "la vida es comunicación, la capacidad de expresar valores y conocimiento”. Y por otra parte, desde hace tres años (orden de 15 de julio de 2015), la asignatura de oratoria está incluida como materia de libre configuración en Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en los centros educativos gallegos y tal como se enuncia “para aprender a expresarse, orar en público, debatir y convencer”.

Como cuenta Luis María Cazorla en “La oratoria parlamentaria”, la condición de orador es uno de los rasgos que más se aprecia del buen parlamentario y enfatiza: “La habilidad oratoria ha descendido en la escala de cualidades que se aprecian en el político”. Semejante aseveración queda patente cada vez que nos asomamos a cualquiera de los debates parlamentarios que se “escenifican” en las diversas cámaras legislativas.

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