Opinión

Don Quijote y las buenas maneras

Ahora que este año se conmemora la efemérides de Miguel de Cervantes, es un momento oportuno para redescubrir su obra universal, “Don Quijote de la Mancha”. Y la redescubrimos haciendo una interpretación diferente de la lectura de esta obra donde el autor ha plasmado la realidad social de la España que vivió.

De la misma pueden extrapolarse contenidos referidos a todo aquello que se entiende por buenos modales o, en decir antiguo, “tener buena crianza”, palabra ésta que figura reiteradamente en el texto cervantino.

De esta interpretación que se hace de la lectura de la obra, el autor ha conformado una publicación en la que, extrapolando los principios caballerescos que sustentan al personaje principal de la novela y pasajes del relato, pone de manifiesto toda una retahíla de costumbres de la época que ponen de relieve códigos de buena conducta y decoro social con los hábitos de aquella sociedad donde mantener la compostura era importante, empezando por las clases altas donde la cortesía era su lenguaje diario.

Obviamente, sin llegar a ser un tratado o manual de buenas maneras o siquiera costumbres, en el Quijote hallamos constantes alusiones a las prácticas sociales que estaban vigentes, lo que se entiende por “usos sociales” que configuraban la escena de la sociedad cervantina.

Tratamientos, cortesías, saludos, precedencias… las normas esenciales de civilidad y decoro al uso, puestas en boca de los personajes de la novela. Hay que tener en cuenta la época en que transcurre el relato y los hábitos sociales que imperaban en aquella España de la monarquía de los Austrias, desde su forma de vestir hasta la comida, pasando por la sociedad nobiliaria, la Corte, la Universidad y capas sociales menos favorecidas como los pícaros o mendigos. Se describe un retrato social acorde con el escenario en el que se desarrollan las peripecias de los personajes quijotescos.

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