Opinión

El “speaker”

John Bercow ha sido el “speaker” de la Cámara de los Comunes durante 10 años o, lo que es lo mismo, el presidente de la dicha institución británica. Este afamado político, en función de lo que implica el cargo, es el único representante del poder político con la potestad de enfrentar al primer ministro y obligarle a que acate las leyes. Así pues, el titular de la Cámara de los Comunes del Reino Unido (en inglés, “speaker”) es quien preside la cámara legislativa del Parlamento, sito en el Palacio de Westminster en Londres. Y quien ejerce esta función se identifica históricamente como el “first commoner” (primer parlamentario) del país.

Entre sus tareas tiene la responsabilidad -y además muy importante- de moderar los debates en dicha entidad cameral, concediendo la palabra a los parlamentarios que quieren intervenir, y es fundamental su papel puesto que ha de mantener el orden durante los debates, pudiendo sancionar a aquellos miembros que no cumplan con el reglamento de la Cámara, además de controlar escrupulosamente los tiempos Si bien, en su condición de parlamentario, tiene obviamente el derecho a la palabra pero por costumbre -y neutralidad, por tradición se les exige a quien ejerza esta función, que renuncien a su afiliación al partido al que pertenezcan… en fin, ingleses- no participa en los debates, exceptuando cuando tiene que intervenir para mediar en aquellas discusiones cuyo desarrollo rompen el orden. Más o menos como tiene que hacer cualquier otro titular de una Cámara.

Pero la diferencia es que el citado John Bercow precisamente se hizo popular por sus llamadas al orden a los parlamentarios ingleses. Él mismo ha reconocido que cuando se levanta e increpa "Order!" mientras que un parlamentario está en el uso de la palabra, este sabe que ha de callarse. "Cuando el portavoz está de pie, un miembro no debe permanecer de pie", añade. Esta función la hacía tanto con eficacia como con espectacularidad. De él se ha dicho que estaba dotado “de una gran capacidad para la oratoria y de una teatralidad con toques decimonónicos, que bebe en las fuentes de Jane Austen, ha sabido combinar la pompa de la Cámara de los Comunes con el espíritu rebelde de la política más viva”.

Así pues, el cometido más importante del presidente de la Cámara británica es, probablemente, guardar el orden de la misma y a él se dirigen todos los parlamentarios en sus intervenciones, y si éstos incumplen cualquier norma le pide a ese parlamentario que retire lo que acaba de decir, o que lo reformule de tal manera que se ajuste a lo prescrito y, si no es así, entonces puede recurrir a medidas más drásticas, tales como la expulsión de la sala o incluso el cierre de la sesión.

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