Opinión

Gracias, presidente

Como profesionales del protocolo, nos vemos en la obligación de darle públicamente las gracias al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez Castejón, porque debido a la escena protagonizada con motivo de la recepción ofrecida por los Reyes de España en el Palacio Real el pasado 12 de octubre -ya saben, cuando se situó junto a su esposa al lado de los monarcas para recibir también los saludos del resto de los invitados-, nos ha hecho un gran favor a todos los que nos dedicamos a esta bendita profesión.

No vamos ahora y aquí a enfatizar en cuanto a culpabilizar de semejante desaguisado -que lo fue- protocolario. En los últimos días se ha hablado de ello hasta la saciedad no sólo en los medios de comunicación convencionales, sino también en los hervideros de las redes sociales, “memes” al margen. Hemos sido testigos de una u otra manera de las diversas versiones que han circulado respecto al origen de esta especie de “dislexia” protocolaria por parte de sus protagonistas y como siempre, no queda claro de quien es la culpa… aunque unos lo sepamos más que otros.

Nuestro propósito no es otro que subrayar que noticias como ésta, que tienen un tremendo impacto mediático y encima se convierten en virales en el universo del ciberespacio, contribuyen a afianzar lo que tantas veces venimos insistiendo: la importancia que tiene y representa el protocolo en la sociedad. Cuando en un acto hay orden y disciplina es que se está aplicando correctamente lo que dicta el ceremonial y el protocolo, que siempre se articula en normas, tradiciones, usos y costumbres.

Y es suficiente con que sucedan situaciones como la referida y sobre todo cuando quien las protagoniza es un referente de la vida pública, para que se hable de la importancia del protocolo. Eso sí, conviene matizar luego cómo algunos medios tratan la noticia, porque cuando se suele aludir a “fallo o error de protocolo”, enseguida los hay que echan todo en el “zurrón” del profesional que asume estas competencias, y no siempre es así. En este caso, ha sido una subjetiva interpretación que hizo el jefe del Ejecutivo sobre cómo debía actuar en esa ceremonia. Y por cierto, no es la primera vez que asiste a la misma, aunque ese día lo hiciese como presidente del Gobierno, por lo que, al menos, de memoria visual, debía conocer los movimientos protocolarios del acto, al margen de excusas de posado para fotos u otras recomendaciones. 

Y es que el inquilino de la Moncloa, recordarán, también había dado la nota en otra recepción con motivo de esta celebración, cuando había acudido a Palacio sin corbata, cuando la etiqueta exigida requería “traje oscuro para caballeros”.

En fin, resumiendo, que gracias a este “gesto” del presidente del Gobierno, ha quedado de manifiesto la importancia que tiene el protocolo, que cualquier dirigente público tiene la obligación de conocer cómo funciona, pero para ello es preciso que tenga siempre a su lado a verdaderos profesionales competentes cuyo trabajo siempre queda solapado, como tiene que ser, aunque a veces tenga que salir a escena para rescatar a alguien perdido, como ocurrió el otro día en Palacio Real.

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