Opinión

Juventud y violencia de género

A veces los resultados de determinadas encuestas o informes nos inducen a una profunda reflexión, o al menos nos debería inducir a un minucioso análisis de los mismos, más allá de los siempre fríos guarismos o seudointerpretaciones que se proporcionan. Aludimos por ejemplo al elaborado por el Centro Reina Sofía sobre “Adolescencia y juventud”, de la Fundación de Ayuda contra la drogadicción (FAD).

Según este barómetro correspondiente al 2017 y que responde al Proyecto Scopio, el 27,4 por ciento de los jóvenes ve normal la violencia de género en la relación de pareja. Traduciendo, uno de cada cuatro jóvenes. Casi un 7 por ciento cree que es un problema inevitable que, “aunque esté mal, siempre ha existido”. Otro dato apunta que más del 20 por ciento, en un arco de edad de 15 a 29 años, considera que la violencia machista es “un tema politizado que se exagera mucho”. Para los encuestados, como violencia de género se entiende “agredir o insultar”. Esta macroencuesta de la FAD abarcó un universo de 1.247 jóvenes, de los cuales más del 87 por ciento considera el tema como “un problema social muy grave”.

Como comentamos, todo esto nos induce a una reflexión y preguntarnos qué le sucede a nuestra sociedad. ¿Qué mal endémico afecta a nuestros valores? ¿Qué educación están recibiendo nuestros hijos para que haya un significativo porcentaje que de alguna manera “ve normal” que en una relación personal con la pareja pueda darse esa violencia de género?

Cualquier relación ha de estar presidida por una actitud de respeto mutuo. Ya no es cuestión de profesar un afecto personal que conlleva el amor entre dos personas. Es simplemente, como decimos, una actitud de respeto. El historiador, ensayista y filósofo griego Plutarco aconseja en sus “Obras Morales” apartar a niños y jóvenes del lenguaje obsceno y que se ejerciten en “una vida modesta, el refrenar la lengua, el estar por encima de la ira y el dominar las manos”.

Cuántas veces se ha dicho que nuestra juventud actual está inmersa en un estatus de comportamiento bastante precario y que no interioriza el significado de los valores que rigen la vida humana, de ahí que se diga siempre que la sociedad de hoy atraviesa una crisis de valores.

Consiguientemente, informes como el antes aludido deben preocuparnos si queremos que nuestros jóvenes sepan conducirse por la senda correcta.

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