Opinión

Poma y boato regio

Si hay una monarquía con tradición y abolengo, esa es la británica. Todos sus movimientos responden a unas pautas ceremoniales que preservan las costumbres en el tiempo. Por este motivo es por lo que algunos la tildan como una monarquía rancia. Pero no hay que confundir las cosas. Porque los usos y costumbres que se sustentan en la tradición jamás pueden recibir semejante adjetivo. Sencillamente, respetan las ceremonias como testigos del tiempo.

Y esto se ha comprobado en la reciente visita de Estado que los reyes de España han realizado al Reino Unido, donde todos los movimientos protocolarios de la misma han respondido a un estricto y pautado ceremonial. Una espectacular ceremonia de estado “con la debida pompa y circunstancia”, parafraseando a los flemáticos británicos, celebrada en House Guards, la gran explanada de desfiles de Westminster, que empezó a acoger estos magnos eventos en el siglo XVII.

Guardias de honor y bandas de música, carrozas de época, engalanamiento vexilológico británico y español, himnos, salvas de ordenanza, etiqueta, condecoraciones, comitivas, banquete de estado de gran ceremonia, recepciones… todo un abanico de expresiones de protocolo que han magnificado una visita que ha marcado una impronta, pues no en vano coincidían los representantes de las dos monarquías europeas más duraderas. Además, la reina Isabel II, con motivo de esta visita, impuso a Felipe VI la Orden de la Jarretera, que nuestro monarca lució en el banquete de estado celebrado en Buckingham. Esta distinción, creada en 1348 por el rey Eduardo III, es, junto con el Toisón de Oro, la orden más importante y antigua del mundo.
Ha sido, pues, una visita en la que se han cuidado todos los detalles, respetando un orden, una sobriedad, efectista y multicolor según donde se desarrollase. Pero al margen de cualquier frialdad que puede imponer una rígida etiqueta, si es cierto que el hecho de que las familias reales británica y española estén emparentadas por el matrimonio de Alfonso XIII con la princesa Victoria Eugenia, nieta de la reina Victoria y bisabuela y madrina de Felipe VI, permite en ciertos momentos un ambiente de calidez, como cuando al ser recibido oficialmente, Felipe VI dio un beso a la monarca británica.

Ha sido una muestra de un respeto absoluto a las costumbres que por este motivo, el respeto, perduran a través de los tiempos y sustentan la pervivencia del propio ceremonial de protocolo.

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