Opinión

Postureo

Cuanta afición existe en cuanto a inventar palabrejas o palabros. Por ejemplo, una que en los últimos días está proliferando por doquier y que se escucha hasta la saciedad en los medios de comunicación: postureo. Se está utilizando para definir cómo actúan y se comportan los diversos líderes políticos en sus apariciones públicas y, subliminalmente, tiene efectos de crítica a esa actitud como un gesto de cara a la galería. Interactúa mediante una sucesión de poses.

Obviamente, a día de hoy, la Real Academia Española no la tiene reconocida y por lo tanto no está registrada en el Diccionario. Se interpreta como una derivación de “postura” que significa “actitud que alguien adopta respecto de algún asunto”. Otro concepto, ya en desuso, sería “adorno de algunas cosas”. En realidad, puede socialmente traducirse como una exageración en la actitud de comportamiento público, con excesivo adorno. Vamos, como una ostentación, pero fuera de lugar.
En la sociedad actual, el representante político anida en los medios de comunicación, de ahí que sus comparecencias respondan a una praxis escénica y porque es plenamente consciente que actualmente ese es el espacio donde tiene que afianzar su imagen, con toda su prosopopeya, su dialéctica doctrinal y su ritual gestual. 

Por eso, cuando eufemísticamente se aplica el mencionado término de “postureo”, éste responde a un comportamiento artificial, hiperbólico y ostentoso. O sea, una interpretación para captar audiencia. Una audiencia que hoy está al alcance de la mano gracias a la influencia de los medios de comunicación que actúan como portavoces de sus interpretaciones. Acrisolar su cultura gestual y postural es ya cuestión de cada ciudadano, quien tiene que saber dilucidar donde termina el “postureo” y donde comienza el compromiso con la realidad por parte de ese político.

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