Opinión

DESAPARECIDOS

Las llamadas a la cautela necesaria por parte de familia y entorno de los niños desaparecidos en Córdoba el pasado 8 de octubre ponían ayer sobre la mesa, un día más, el drama que sucede a un caso de estas características, el dolor de los cercanos, la incertidumbre y la más insoportable angustia desde el momento de la desaparición de los menores. Sorprende además, mucho en momentos de desesperada e incontenible ansiedad, y más aún si cabe tras la detención del padre de los pequeños, la entereza moral mostrada por la madre y sus cercanos, tanto como la frialdad y profundas contradicciones del padre, ayer bajo vigilancia policial.

Si hace sólo unos días era precisamente la madre de Ruth y José (seis y dos años) la que con sorprendente entereza y en un angustioso grito de ayuda mostraba su disposición al perdón con tal de volver a ver a los niños -'soy capaz de perdonar y olvidar si vuelvo a ver sus caritas y escuchar mamá-, ayer su amiga y portavoz en los últimos días pedía calma además de respeto por la presunción de inocencia del detenido. La sangre fría de éste al momento de presentar denuncia por la desaparición de sus hijos, la que mantuvo en horas posteriores, su gesto mientras los agentes inspeccionaban el parque Cruz Conde, el viaje desde Huelva -donde residían los menores- a Córdoba, la posibilidad de que los niños fueran utilizados como 'moneda de cambio' en el proceso de separación de la pareja, la denuncia de ella por 'maltrato psíquico' unas horas después de la falta de estos...

Todo en este caso llega desde entonces acompañado de una incontenible sucesión de contradicciones, tantas que hasta el nuevo registro policial al domicilio de los abuelos paternos -paso habitual en la intención de romper con la aparente sangre fría del ahora detenido-, se acompañaba ayer de no pocos motivos para la duda.

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