Opinión

Babel

Un día de esos en que los problemas de la salud, suyos o próximos, le llevan al Complexo Hospitalario de Ourense; o mejor todavía, si el mal no le acucia y carece de algo mejor que hacer, utilice el vestíbulo como si fuese un mirador de esa pequeña Babel, en la que cada mañana y cada tarde miles de personas deambulan ensimismados, cada uno a su aire, raudos unos, lentos otros, preocupados casi todos, en busca de la palabra mágica, la pócima milagrosa o el bisturí fantástico que devuelvan a la vida.


Felicidad y desesperación caminan a la par, como conviven sillas de ruedas con carritos de bebé -ganan las primeras-, cómo a la misma hora en que los cirujanos devuelven la claridad a ojos envueltos en las tinieblas de las cataratas otros claudican en la mesa de operaciones derrotados por lo inevitable, al igual que Antonio Vega o Benedetti, porque al fin sólo un hilo separa la esperanza de la fatalidad.



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